“Alto, torpe, canadiense, baterista, persona”.  Así se describía el actor Cory Monteith (31) en Twitter.

La partida de Monteith, quien la noche de este sábado fue encontrado muerto en una pieza de un hotel de Vancouver, conmociona a Hollywood, a sus compañeros actores de la serie Glee y a millones de fanáticos en todo el mundo.

Y pese a que aún no hay información oficial sobre la causa de su temprana muerte, dado que su autopsia está prevista para este lunes, la tormentosa relación que el joven actor tenía desde sus 19 años con las drogas ha sido antecedente obligado en todos los reportes sobre su fallecimiento.

Monteith nació en la provincia canadiense de Alberta y, luego que sus padres se separaron a sus 7 años, pasó su infancia al cuidado de su madre.

Ya en su adolescencia, y luego de abandonar la escuela en noveno año. Poco después las drogas entraron a su vida.

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Tras salir de una primera rehabilitación, el joven Monteith comenzó a dedicar su tiempo a su gusto musical. Comenzó con la batería, cuya práctica debió conciliar con trabajos de medio tiempo.

Sus pasiones artísticas se reenfocaron cuando conoció a la directora de casting Maureen Webb.  Bajo su tutela el joven canadiense comenzó una carrera en la actuación, donde debutó en el año 2004 en un episodio de la serie "StarGate Atlantis".

Luego vendría el rol que lo lanzó a la fama. Supo que un grupo de productores que trabajaban en una nueva comedia juvenil para televisión. El requisito era tener un talento musical, y Monteith envió un video suyo tocando batería. 

Su prueba gustó y fue seleccionado para interpretar a Finn Hudson, el capitán del equipo de fútbol y rol masculino de la pareja protagónica de la serie.

Su fama y éxito crecían. Sus demonios, también.

El actor los enfrentó hablando abiertamente de sus problemas de adicción. Contó que a los 19 años probó todo tipo de drogas y que tenía "suerte de estar vivo".

En abril pasado la representante de Monteith emitió un comunicado para informar que el actor ingresaría a un centro de rehabilitación. Su dependencia a las drogas persistía, y era necesaria una nueva intervención. Su familia y amigos estaban preocupados por su nueva recaída, y nuevamente temían por su vida.

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