Esta es una época donde ver a artistas de talla mundial en Chile se nos hace cada vez más cotidiano.
Ya nos habían visitado grandes artistas completamente vigentes como Madonna, Justin Bieber o Robbie Williams y este martes el Estadio Nacional se vistió de gala para recibir a una diva de esa elite, Lady Gaga.
Excéntrica como ninguna, pero sin dejar de lado una calidad vocal que pasa - a veces- inadvertida tras su mundo de parafernalia, Gaga fue la dueña de una noche única para sus fanáticos.
Salió a escena con 40 minutos de retraso luego de dos teloneros disimiles. A las 19:30 horas apareció su amiga, Lady Starlight con un show incalificable que no logró encender a los 15 mil espectadores que a esa hora capeaban el calor en el Nacional.
Pasadas las 20 horas fue el turno de los rocheros ingleses de The Darkness, una banda sólida con un Justin Hawkins en voz, quien logró cautivar a los fanáticos que 'engancharon' con su falsete de rockero ochentero. Luego era el turno de Gaga, la que se haría esperar largos 40 minutos.
Entre la música clásica y los latosos spots de su perfume 'Fame', los que hacían gritar a las fanáticas cada vez que las pequeñas pantallas 'gigantes' la mostraban y volvían a apagarse. La espera se hacía interminable.
21:45 horas y las luces de un Nacional no repleto se apagaron, para dar paso a uno de los shows más esperados del último tiempo. La cortina gris cayó y dejó ver al apoteósico castillo modular que trajo Gaga para plantar su 'The Born This Way Tour', el que funciona perfectamente con la estética de cada canción.
Show para todos
Con miles de incondicionales 'Little monters', el show comenzó algo tibio con 'Highway Unicorn' para dar paso a 'Government Hooker', los que no lograban aún superar la larga espera. 'Born This Way' si lo logró.
Con la tercera canción, la que da nombre al último disco de la estadounidense reina del cambio de vestuario, el público cayó rendido a sus pies.
Una batería de éxitos, mezclado elegantemente con canciones menos conocidas por aquellos 'no Gagaadictos', convenció a los asistentes. 'Bad Romance', 'Just Dance' y 'Telephone' se intercalaron con temas como 'Bad Kids', 'Americano' y 'Electric Chapel'. Aceptables dentro de un show redondo.
Cuento aparte de los grandes hits, fue la puesta en escena. El tremendo castillo medieval que albergó a la banda y que, plagado de cruces, permitió crear la atmósfera perfecta para el lucimiento de una decena de bailarines e implementos como una motocicleta, un púlpito y un especial unicornio, además de ser fiel testigo de más de una decena de cambios de vestuario.
Un show de calidad mundial como no se veía hace tiempo, calidad vocal indiscutible a pesar del playback en algunas canciones, las que no mermaron el entusiasmo de sus fans que en éxtasis disfrutaron de 'Poker Face', 'Alejandro' y 'Paparazzi', para terminar con The Edge of Glory y Marry The Night.
Todo por sus 'monsters'
Cercana como pocas, Gaga se dio tiempo de interactuar con su público, largos monólogos que en algunas ocasiones rayaban en lo latoso con mensajes de autoayuda y de agradecimiento por "hacerme quien soy", según sus propias palabras.
Antes del hit 'Telephone', la excéntrica cantante se dio el lujo de cumplir el sueño de una pequeña niña que no superaba los cuatro años, a la que subió al escenario, dio un paseo en brazos e invitó a bailar uno de las canciones más exitosas del 2010.
Luego de esto Gaga se dio el lujo, cual cumpleaños, de abrir regalos de sus fans y de invitar a cuatro de ellos a cantar al piano 'Hair', desatando la locura total en el sector preferencial de la cancha, sector donde miles de disfraces hicieron sentir más en casa a la cantante.
Con un "ustedes son los little monsters famosos", Gaga expresó su conocimiento sobre aquellos que acamparon por dos semanas en las afueras del principal coliseo deportivo para ver a su ídola, lo que al final les trajo beneficios en un show hecho para ellos.
Así la cantante deja tierras chilenas con la eterna promesa de volver en el futuro y con la satisfacción de haber realizado un show para sus fanáticos más acérrimos, los que sin duda quedaron contentos con la entrega, los bailes, la calidad y un escenario digno de la diva del pop que es Lady Gaga.
Basural en el Nacional
Punto aparte y sin duda, digno de destacar, fue el basural que dejaron las dos semanas de campamento en el principal recinto deportivo del país. Colchones, frazadas, interminables metros de botellas en el suelo y una suciedad incalificable fue el saldo de la larga espera por la cantante. Una gran contaminación para ser analizada en futuros eventos de este tipo.