Recientemente la Universidad de Texas (EEUU) informó que sufrió un escabroso robo: más de cien cerebros que estaban siendo conservados en formaldehído fueron sustraídos desde su colección.
Los cerebros se usaban como herramientas de enseñanza y pertenecieron a personas que vivieron en los años 50s, aunque de la mayoría de ellos no se conoce la identidad.
El profesor de psicología de la universidad afectada, Tim Schallert, dijo al medio The Atlantic que aún no están seguros de quién podrá haber tomado los órganos, aunque sospechan que los ladrones podrían ser alumnos, "para living rooms o bromas de Halloween".
Uno de los pocos cerebros sustraídos del que sí se conoce su dueño, es el de Charles Whitman. Whitman es conocido en Texas por haberse subido a una torre y disparado contra 16 personas en 1966.
El sujeto había escrito en su testamento que, tras fallecer, quería que se revisara su cerebro en búsqueda de signos de alguna enfermedad mental.