Cuando las manos de su abuelo comenzaron a temblar por culpa del Parkinson, Lily Born se propuso ayudarle.
El solía derramar todos los líquidos cuando tomaba una taza o un vaso, por culpa de sus temblores.
Pero a esta imaginativa niña, de tan sólo 9 años, se le ocurrió crear una taza que no se vuelca para evitar esta situación. Lily se fue a un taller de cerámica de Chicago y creó un recipiente con tres patas, capaz de sostenerse y evitar los derrames.
La primera taza, llamada “Kangaroo cup”, era un poco frágil por estar hecha de cerámica. Después de recaudar dinero a través de donaciones, y montar una campaña de publicidad a través de redes sociales, ella y su padre decidieron hablar con diseñadores y vendedores para lanzarse a la producción industrial de modelos más perfeccionados.
Su interés le llevó a JingDeZhen, la capital china de la cerámica. Ahora están buscando una empresa manufacturera y preparando la producción de tazas de cerámica. Además, ya están recaudando dinero para iniciar la producción de tazas que no vuelcan hechas de plástico.