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Novelas gráficas acercan la historia y la cultura a una nueva generación icónica

"Santa María 1907. La marcha ha comenzado", de Pedro Prado, e "Historias clandestinas", de Ariel y Sol Rojas, ilustran grandes capítulos de la historia de Chile como la matanza de Iquique y la dictadura.

Carmen Aguilar

Martes 18 de noviembre de 2014

Corría el año 1883. La Guerra del Pacífico terminaba y Tarapacá y Atacama, donde se ubicaban los principales yacimientos salitreros del mundo, quedaron en territorio chileno. Catorce años después miles de obreros marcharon rumbo a Iquique para pedir mejoras en sus precarias condiciones de vida.

“100 años después (de esa marcha) los temas son los mismos”, cuenta por teléfono a 24horas.cl el novelista gráfico Pedro Prado. Pedían “mejoras salariales, seguridad laboral, escuelas en las salitreras”. Y atrincherados en huelga general en la Escuela Domingo Santa María recibieron la respuesta del Estado el 21 de diciembre de 1907: la muerte.

La matanza de Iquique fue narrada por Hernán Rivera Letelier en su obra Santa María de las flores negras, “básicamente una comedia”, la define Prado, quien la ha adaptado a la ilustración en Santa María 1907. La marcha ha comenzado. “Los personajes son encantadores, con pretensiones nobles que finalmente se encuentran con el horror. Y el lector también se encuentra con ese mismo horror, porque todo el camino del libro es liviano”.

 

“Un paseo de culto interrumpido por la masacre”, dice Prado, quien tomó el desafío de narrar la matanza de una manera fabulada con animales. “Se respetaron los colores simples del entorno, los ocres del desierto de Atacama y el azul del puerto de Iquique para dotar de protagonismo el tema y no la gráfica”, reconoce el autor.

Un trabajo desafiante y un reto aún mayor teniendo en cuenta que se trata de una novela ilustrada; un “arte de masas y una herramienta educativa y para la difusión de los temas”, cuya popularidad no tiene correlación con el efecto que podría surtir en la sociedad.

 

La ilustración no se hace cargo de grandes temas”. Pedro Prado entona un mea culpa, ya que considera que la principal responsabilidad radica en los autores. “No hemos sabido defender nuestro arte, ni sintonizar con los intereses de los lectores del país. Estamos perdidos en las temáticas”, critica.

Pero también los medios de comunicación pueden contribuir, apunta Ariel Rojas, coautor de Historias clandestinas, “para interesar a la gente sobre la novela gráfica”, un género que podría ayudar a combatir el “apagón cultural”.

 

Están afrontando el problema con la misma medicina, con los mismos libros”, apunta Rojas, quien considera que la novela gráfica satisface a las nuevas generaciones “icónicas, muy activas intelectualmente,” y podría constituir una excelente herramienta para la divulgación de la cultura.

Profesor y autor de dos libros académicos, Rojas denuncia que las artes visuales “son la hermana pobre” de las otras asignaturas. “Desde 1968 hasta 2013 no hay más material (textos para la divulgación) sobre esta disciplina en Chile”. Y el libro publicado el año pasado es de su autoría: Nuevas ideas para la enseñanza de las artes visuales.

CLANDESTINIDAD DE LA DICTADURA

“En mi casa había subterráneos, claves secretas…” recuerda Ariel Rojas, “estábamos protegiendo a las personas más buscadas del país en ese momento: Hernán Aguiló y Andrés Pascal Allende, jefes del MIR”. Desde sus 14 a sus 24 años, Rojas comía, veía la televisión o practicaba deportes con estos revolucionarios. Un período que los hermanos Rojas acaban de plasmar en Historias clandestinas.

El libro “habla de lo terrible que es vivir en dictadura”, pero desde la perspectiva de las familias. Una novela que recupera acontecimientos históricos narrados en primera persona, como el himno a la resistencia. “La línea melódica la puse yo y la letra la hizo Andrés Pascal Allende. La cantábamos en el subterráneo”, recuerda Rojas.

 

A los 16 años “era militante del MIR, iba al colegio y en las noches tenía que estudiar electrónica y cavar un túnel con mi primo. Era algo fuerte”, reconoce. La política acaba inundando toda la vida familiar y, con el tiempo, Rojas se transforma “en un rebelde contra los rebeldes”.

Alejado de todo este mundo durante más de 25 años, los hermanos volvieron a revivir esa década. “Fue un proceso doloroso, pero catártico”, confiesa mientras hojea las ilustraciones en blanco y negro que componen una novela gráfica al más puro estilo underground. Es un relato con “humor, tristeza, suspenso… No tiene nada que envidiar a Hollywood” y sobre todo, “¡es real!”.