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Otra vez será

Pablo Márquez revisa el legado de Leonardo Favio, la leyenda de la balada romántica latina.

Pablo Márquez

Lunes 5 de noviembre de 2012

El vinilo está intacto. Sigue sonandoperfecto, con ese ruidito como de fritanga que produce la aguja sobre el surcoentre canción y canción.

Sólo el cartón de la carátula luce un rosado muypálido, evidencia clara de las más de cuatro décadas de uso en los tornamesasde la familia y de unos cuantos que alguna vez lo pidieron prestado "condevuelta, eso sí".

"Fuiste mía un verano", un álbum fechado en la cosecha 1968, esconsiderado por muchos como uno de los registros imprescindibles de la baladaromántica latinoamericana. Por eso, conservarlo hoy en su edición original, laque lanzó la desaparecida casa discográfica CBS con la foto de un LeonardoFavio vestido de negro y petrificado al lado de su guitarra de palo, es todo unlujo. Especialmente hoy.

A los 74 años, después de un largosufrimiento que fue apagando lentamente a un compositor que cantaba conimágenes, nos dejó el autor de 'Fuiste mía un verano', 'Ella ya me olvidó' y'Chiquillada', una de mis favoritas. Porque el chico que nació en 1938 en Lujánde Cuyo, allá en Mendoza, siempre se sintió más a gusto con una cámara que conuna guitarra.

"La música me permitió vivir dignamente",dijo con la sabiduría de un hombre de pocas palabras para explicar por quémezcló el canto con su pasión por la actuación y luego por la dirección.

Poreso en Argentina lloran hoy a uno de sus cineastas más influyentes y políticos,al hombre detrás de cintas como "Crónica de un niño solo""NazarenoCruz y el lobo" y "Gatica, el mono",entre muchas otras, incluyendo "Perón,sinfonía del sentimiento", una mirada personal yapasionada de un artista que vivió siempre bajos los ideales peronistas hastael punto de ser exiliado por la dictadura argentina.

En Chile, en cambio, recordamos alhombre de la voz rasposa, visceral, que actuaba cada una de sus canciones conuna seguridad infinita arriba del escenario. Un tipo que emocionada con lacandidez de “Así es carolita” y que golpeaba la mesa con la pasión de "Quieroaprender de memoria".

El dueño de un timbre intenso que sabía que las cosaspodían ir mejor si quizás simplemente regalamos una rosa y que estaba seguro deque uno podía llegar a enamorarse, a primera vista, sentado en un bar.

Leonardo Favio ya no nos encantará másen vivo. Otra vez será.