Desde el 27 de febrero de 2010, la bandera chilena rescatada en Peyuhue se convirtió en un símbolo de la tragedia del terremoto, pero también de la esperanza.
Sin embargo, ahora su dueño, Daniel Marín, agobiado por las deudas, se ha visto en la obligación de rematarla, por un mínimo de 2 millones de pesos.
Quien la ha atesorado durante todo este tiempo señala que "estuvo tratando de gestionar con el Gobierno de que se hiciera algo con la bandera", pero al final nada prosperó.
Sostiene que buscó apoyo para construir en Peyuhue, la localidad costera de la séptima región, un memorial para recordar a las víctimas, pero nunca encontró eco en las autoridades.
La bandera levantó el alma de muchos chilenos, por ello su dueño y el autor de la fotografía que dio la vuelta al mundo, lamentan que ahora esté en una subasta al mejor postor.