Click acá para ir directamente al contenido

"Vemödalen" o el miedo a que todo ya esté hecho

Por más que nos esforcemos por ser originales y únicos, este experimento probó que es más difícil de lo que piensas, aunque no hay problema con aquello.

Alejandro González

Lunes 10 de noviembre de 2014

Pensamos que somos únicos. Que no hay sujeto en la Tierra que no piense o haga lo mismo que nosotros. De hecho, puede ser así. Pero hay una cuestión común, inexorable compartible, que son las visiones de Mundo.

¿Cómo internalizamos lo que percibimos? Una puesta sol, el nacimiento de un nuevo miembro de la familia, un bello paisaje, un momento inolvidable con amigos y cercanos. Lo más fácil es, por supuesto, tomar las cámaras de nuestros teléfonos y registrarlo en una fotografía.

Muchos de nosotros sabemos lo que nos provocan estas cosas y lo que hay entre las sensaciones del otro.

La webserie "The Dictionary of Obscure Sorrows" o "El Diccionario de las Oscuros Lamentos" en español, tomó 465 fotografías diferentes, aunque todas tomadas por distintos fotógrafos. El resultado es una copia constante de distintas situaciones, objetos y momentos.

¿Qué nos dice esto? Los realizadores, en su esfuerzo por definir nuevas palabras para definir emociones potentes y extrañas, nombraron a este fenómeno como Vemödalen, o el miedo a que todo ya esté hecho o como dice su definición literal (no oficial):

"La frustración de fotografiar algo realmente asombroso cuando cientos de fotos idénticas ya existen (el mismo ocaso, la misma cascada, la misma curva de la cintura, el mismo zoom en un ojo) que puede convertir a un sujeto único en algo hueco, pulposo y barato, como una pieza de un mueble que tienes que armar tú mismo".

"Tú eres único. Y hay otros siete billones tan únicos como tú. Cada uno de nosotros es diferente, con un punto de vista nuevo acerca del mundo. Pero, ¿qué sentido tiene si nuestras ocupadas vidas hechas a mano, terminan siendo idénticas, fácilmente siendo reemplazadas por otras cientos?

Vemödalen. Así estamos todos esparcidos buscando en nuestros límites, tratando de capturar algo especial, algo personal; temiendo a ser tomados en cuenta rápidamente por lo que somos, tan fácilmente confundidos por alguien ordinario, como cualquier otro. 

Debería ser un consuelo el que no seamos tan diferentes, que nuestras perspectivas estén tan estrechamente alineadas, que esas mismas imágenes se siguen mostrando, una y otra vez.

Está bien si contamos los mismos chistes que ya oímos antes, está bien si seguimos haciendo remakes de las mismas películas, está bien si nos seguimos comunicando con las mismas frases, como si nunca antes se hayan dicho.

"El poderoso juego sigue y tú contribuirás con un verso". Y tú y el resto de los siete billones dejarán su marca en este mundo que hemos heredado. Pero, al final, nos vemos con nada más que decir, si nada más que añadir, de brazos cruzados, trazando ideas dejadas por otros hace mucho tiempo. Es como si nunca hubiésemos estado aquí.

Esto también ya ha sido dicho muchas veces antes. "El poderoso juego sigue". Y cuando te toca tu turno, dices tu línea".