Era el momento de su revancha pero no lo logró.
Ricardo Meruane, el humorista que cayó ante las pifias en Viña del Mar 2011 y que ahora intentaba volver y hacer reír al "monstruo", no pudo cumplir su cometido en una noche que en papel se veía compleja para él, pero cuyo fracaso no tuvo que ver sólo con la aceptación del respetable.
Una rutina de 50 minutos que no logró conectar con la audiencia, una bastante benevolente que incluso pidió los chistes, pero que también pidió las gaviotas antes de los quince minutos más como una señal de lástima que por premiar las historias lentas, sin un buen remate y también, pasadas de moda.
"Hay que estar loco para dedicarse a esto", dijo Meruane en medio de su show, en el que cambió el ya clásico "Gracias, no se molesten", por un "apaga la luz", haciendo creer a todos que las pifias eran por los focos apuntando al público, algo que no era cierto.
Media hora de show y Meruane no aguantaba el nerviosismo y los silbidos del "monstruo", ruido ensordecedor que no permitió que la rutina basada en colusión, Jadue, políticos y Gobierno -vale decir cualquier cosa que conectara con el sentir de la gente-, cumpliera su fin: reír.
Los animadores intentaron "salvar" a Meruane ante las pifias. Aparecieron en escena y apelando al "espíritu chileno", le pidieron que volviera y completara su rutina, algo que no debió haber hecho. Responsabilidad aparte también de Araneda y De Moras en este circo romano en que se transformó la Quinta Vergara.
Lo intentó y puede ser muy respetable, pero también se convirtió en más de lo mismo: una rutina extensa de situaciones que no remataban en algo que sacara carcajadas.
La lástima se confundió con las risas genuinas. Meruane lo intentó, pero no lo consiguió, se fue nuevamente sin premios de Viña del Mar.