El reírse de uno mismo y del resto nunca estuvo mejor empleado en la Quinta.

Jorge Alís, cómico nacido en Argentina, pero que lleva 17 años viviendo en nuestro país consiguió domar a un "monstruo" que siempre ha sido duro con los humoristas extranjeros, especialmente con los trasandinos.

Una rutina que comenzó con las comparaciones odiosas de siempre entre chilenos y argentinos fue el punto de partida con más morbo del último tiempo. Especialmente por los primeros "que hijo de puta" del humorista al respetable.

Una alusión al Papa Francisco derivada en la "culpa del chileno" fueron sin duda la transición perfecta para el análisis de una sociedad que Alís comprende bien, la realidad del día a día del chileno.

Luego del análisis de diversos países de Latinoamérica, Alís logró la completa aceptación del público y comenzó el show.

La rutina derivó en la lucha de hombres vs mujeres hizo que, a punta de chistes muy gráficos y la realidad de cada casa,

Lo que pareció un abrupto corte por parte de los animadores derivó en las lágrimas de Alís. El "monstruo", ese mismo que se devoró a muchos humoristas extranjeros, hoy se rendía ante los pies de este argentino-chileno, quien con ojos rojos se llevó las dos antorchas iniciales.

La rutina siguió, obviamente desde donde el corte de los animadores la dejó, para rendir el recuerdo máximo a los artistas del festival: La Gaviota.

Plata y Oro para Alís, para su humor y para sus ganas de subirse al Festival de Viña luego de una hora de show y de haber marcado el peak de sintonía de la jornada con 40 puntos.

Humor atrevido, inteligente, con pausas precisas y de vocablo fuerte pero cotidiano, no cayendo en el ya manoseado "Sin censura", sino que apelando al "stand-up comedy" que tiene la intimidad de un café concert, donde Alís demostró ser un grande.

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