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La dramática historia del "niño fantasma" que le ganó a la muerte en Sudáfrica

Martin Pistorius estuvo 12 años en un coma a raíz de una misteriosa parálisis. Tras tiempos de oscuridad, logró despertar y ahora llevar una vida normal.

24Horas.cl TVN

Martes 13 de enero de 2015

Era enero de 1988 y el menor Martin Pistorius asistía a sus clases en una escuela de Sudáfrica con total normalidad. Sin embargo, un tradicional dolor de garganta fue lentamente transformándose en una pesadilla que lo dejaría al margen del proceso normal junto a sus compañeros y derivó en la opinión de los doctores.

Con el paso de los meses estos dolores se fueron expandiendo a sus extremidades que se fueron curvando y provocándole una inactividad que los profesionales poco pudieron anticipar. De hecho, los diagnósticos sugerían meningitis y tuberculosis ligadas al cerebro, situación que fue poco a poco apagando su percepción y poniéndolo en el más absoluto silencio.

 

Ya sin argumentos válidos de tratamiento los doctores dijeron a sus familiares que poco era posible hacer y que el menor presentaba una capacidad cerebral solamente comparable con la de un bebé de tres meses. “Mi esencia estaba muerta”, recuerda.

Claro, desde ese entonces sus padres Rodney y Jane se aferraron a la esperanza de poder volver a verlo pleno e iniciaron un dedicado y sacrificado cuidado que los ponía a prueba desde los sentimientos hasta lo más intenso de sus emociones. Como una tradición de amor puro su padre despertaba todos los días a las 5 AM para llevarlo hasta un centro de atención especial donde al cierre de la jornada lo recogería para volver a llevarlo a casa. Y al otro día lo mismo.

Fue así como se fueron consumiendo 12 años marcados por la angustia y el deterioro de una relación que ya no podía sustentarse en sí misma. Superada por las malas experiencias, su propia madre llegaría un día a decirle a su hijo postrado “espero que mueras”, dura declaración pero que solamente es posible juzgar desde la inmensidad del dolor de ver a un hijo no poder levantarse.

Pero hay veces en que los destinos se tuercen y aparece algo de luz. El propio Martin Pistorius no estaba tan extinto como se creía e incluso llegó a escuchar la lapidaria expresión de su madre. En su interior, pese a no estar activo ni presente, su consciencia permanecía encendida y tras casi dos años internado, a eso de sus 15 primaveras, comenzó a dar cierto tipo de estímulos que cambiaron todo.

"Todo el mundo estaba tan acostumbrado a que yo no estaba allí que tampoco se fueron dando cuenta cuando comencé a despertar y estar nuevamente presente”, recuerda a sus 39 años.

Claro, la opinión del propio Pistorius es posible recogerla porque tras luchar contra el abismo y lo que parecía una condena perpetua, finalmente encontró una señal en medio de la nada.

Su cuidadora, Virna van der Walt, fue quién sí logró percatarse de que no estaba a la deriva sino que sí podía establecer un tipo de comunicación. Tras una serie de pruebas finalmente esto se confirmó. Ya en 2001 fue derivado hasta el Centro de Comunicación Aumentativa y Alternativa de la Universidad de Pretoria. Acá sus avances se hicieron evidentes y su “vuelta a la vida” se produjo.

Luego, sus padres comprarían un software especial para comunicarse. Después de años de terapia e intensos ejercicios basados ​​en computadoras, fue capaz de escribir mensajes y operar una voz sintética. Así aprendió a leer y escribir.

Su avance se fue dando y lentamente se le abrieron puertas. Ya para 2003 tendría un cupo pagado en un trabajo en un centro de salud. Así, se fue perfeccionando y aprendió a construir sitios web y finalmente se graduó de la Universidad.

De hecho, solamente faltaría una pieza para completar su total retorno a la vida: el amor. En 2008 conoció a Juana, una trabajadora social, con la cual contrajo matrimonio en junio de 2009.

La pareja ahora vive en Inglaterra, donde Pistorius trabaja como diseñador de páginas web.

"Fue ella quien me ha enseñado a entender el verdadero significado de un pasaje de la Biblia: ‘Hay tres cosas que perdurarán,  fe, esperanza y amor, y el mayor de ellos es el amor’", asegura.

"Mi vida ha abarcado las tres y el más grande todos es el amor, en todas sus formas”.

FOTOS: FACEBOOK / YOUTUBE