Una tierna escena se vivió en las calles de Malasia.
Mientras un músico callejero tocaba con su guitarra, un grupo de pequeños gatos se transformaron en sus mejores espectadores.
Ninguna persona se detuvo a observarlo, por lo que tuvo que conformarse con esta felina audiencia.
A pesar de que no recibió monedas de propina, se conformó con la ternura de la escena.