A los tradicionales peligros que enfrentan las ballenas se une ahora uno inesperado: el inclemente ataque de las gaviotas en el santuario que tienen estos cetáceos frente a las costas de la Península Valdés (Argentina).
La especie más directamente afectada es la ballena franca austral, que según revelan recientes estudios hechos públicos por el diario Clarín, son atacadas por gaviotas cocineras en un 25 por ciento de las ocasiones que salen a la superficie a tomar aire.
La solución que propone el gobierno de la provincia de Chubut es destinar a tiradores especialistas de la policía -posiblemente efectivos del Grupo Especial de Operaciones Policiales (GEOP)- para ahuyentarlas. Al parecer, ya se habrían hecho las primeras pruebas, si bien falta por definir qué municiones se usarán, aunque lo más probable es que se opte por rifles sanitarios de aire comprimido o con balas de goma.
Según comentó al diario transandino Marcelo Betolotti, doctor en biología e investigador del Centro Nacional Patagónico (Cenpat), el daño que causan las gaviotas a las ballenas "es tan importante que los cetáceos hasta cambiaron su forma de respirar. Hasta unos años, la ballena hacía un movimiento oblicuo, salía a 45º del agua. Asomaba la cabeza, después el lomo y por último la cola. Y así respiraba. Los ataques de las gaviotas hicieron que sólo asomen la cabeza. Si se está frente a las ballenas durante cuatro horas, habrá gaviotas atacándolas al menos durante una".
Según este científico, "estas heridas se convierten en un tipo de canaleta en el lomo, ya que las gaviotas las pican desde la cabeza a la cola en forma constante. Estos ataques retrasan el crecimiento de los ballenatos, ya que interrumpen su amamantamiento. Y por lo tanto se debilitan".
En el trasfondo de la medida está la protección de estos gigantescos mamíferos, pero también la importancia turística que tiene su avistamiento para la economía local.
Desde asociaciones ecologistas se reconoce el problema de estas aves carroñeras, pero se destaca que la causa es más profunda y tiene más que ver con la actividad humana y los grandes basurales que genera, lo que ha provocado la sobrepoblación de gaviotas en la zona.
Desde el mundo político también se criticó la medida.