Muchos dicen que un diamante es el mejor amigo de una mujer, pero en el caso de Natalie Pilon realmente lo es. Y es que su anillo está compuesto de dos piedras de color azul hechos con las cenizas de Meowy, su gato por más de una década.
Según cuenta The Wall Street Journal, esta mujer es parte de la nueva moda que causa furor en Estados Unidos, donde ha aumentado la cantidad de personas que convierte los restos de sus mascotas fallecidas en joyas.
"Es un poco excéntrico, no todos lo harían. Es una forma de recordar a mi gato y tenerlo conmigo siempre", explicó Pilon.
Esta búsqueda de transformar a perros, gatos u otros animales en collares, pulseras o anillos llega después que los estadounidenses hicieran los mismo con las cenizas de personas queridas incineradas.
Diversos dueños de empresas dedicadas a esta particular forma de recordar a los que ya no están aseguran que el éxito de este negocio radica en que las personas buscan una manera original para mantener el recuerdo y mediante un diseño único para sus joyas sienten que las cenizas, además, se convierten en una obra de arte.
Precisamente es lo que ofrecen compañías como PetGem, del estado de Rhode Island, que en su página web ofrece "recuerdos duraderos, de calidad y hermosos para quienes perdieron a sus mascotas y quieren honrar su memoria".
Para lograr convertir al animal en un diamante se mezclan las cenizas con silicato de boro, componente de vidrios, que provoca cientos de pequeñas burbujas de dióxido de carbono dentro del cristal y diversos colores. Los restos también se pueden mezclar con circonio.
El proceso tarda algunas semanas y los valores dependen de los metales y piedras utilizadas, pero pueden superar los 400 dólares (unos 200 mil pesos).