Un estudio realizado por el Instituto Stroke, de la Universidad de Minnesota, revela que los gatos ayudan a disminuir las probabilidades de padecer un ataque al corazón. Para llegar a esta conclusión, durante diez años se trabajó con alrededor de 4.500 personas, de las cuales tres de cada cinco tenían un felino, y tras los análisis se identificó que los dueños de gatos redujeron hasta un 30% el riesgo de muerte por afecciones cardíacas.
Así también, estos animales son capaces de calmar los nervios de sus amos, estimular la comunicación de personas con autismo y combatir la depresión, ya que al acariciar a un gato y sentir sus ronroneos, se reducen los niveles de estrés.
La compañía de un gato mejora el estado de ánimo y sirve como una distracción positiva para quienes enfrentan los trastornos de la depresión. El tener una mascota obliga a sus cercanos a cuidarlos y preocuparse por ellos, por lo que juegan un rol de motivadores.
Todas las mascotas pueden ayudar a superar una depresión, pero los gatos son tranquilos y esta característica se la transmiten a sus cercanos. Así también, los felinos estimulan la comunicación de los niños y adultos que padecen autismo, y los ayudan a conectarse con su entorno.
Un estudio realizado en Francia analizó a cuarenta niños autistas y a sus mascotas, descubriendo que quienes tenían animales eran más tranquilos y les costaba menos socializar. Los científicos relacionaron este fenómeno con el incremento de producción de la oxitocina, una hormona que puede ser generada al acariciar a los gatos y que aumenta los sentimientos de confianza y amor.
Especialistas mencionan que los gatos pueden actuar como terapeutas, espacialmente si son gatos adultos, sociables y tranquilos, ya que deben sentirse cómodos con personas que los acaricien o tomen con distintas intensidades.