Semana Santa es también época de productos del mar en las mesas.
La tradicional tendencia de no comer carnes rojas en esta fecha hace que el consumo de pescados y mariscos se dispare por un fin de semana.
Para evitar problemas, la académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. Andrés Bello Claudia Rojas nos entrega algunas recomendaciones para comprarlos y comerlos sin riesgo.
"Los pescados tienen alto contenido de agua (...) En general los pescados magros contienen un 80% de agua y los grasos un 60%. Cuanto más contenido en agua tengan peor se conservan y más rápidamente se deterioran", indicó.
Ante esta descripción, Rojas llama a comprar en lugares establecidos que cuenten con las medidas de conservación correspondientes.
"(El deterioro) es producido por las propias enzimas del pescado, por bacterias y por diversas reacciones químicas cuando el producto esta crudo. La comprobación de la frescura supone determinar el grado de desarrollo alcanzado por los cambios del pescado y mariscos haciendo uso de los sentidos del olfato, vista y tacto", agrega.
Mucho "ojo" al comprar
La académica de la U. Andrés Bello señaló que hay algunas señales a tener en cuenta al momento de realizar la compra.
"El producto debe estar brillante, suave al tacto, con piel húmeda, sin color extraño, con olor agradable a mar. Si tienen olor amoniacal es signo de un pescado alterado. Además, deben tener ojos limpios, brillantes y húmedos, la carne firme y elástica y sangre y branquias apegadas y rojas”, dice.
En relación a los mariscos, la experta indicó que los moluscos unibivalvos como los locos, cholgas, ostiones, machas, almejas y choros, que se comercializan vivos, las valvas deben estar firmemente cerradas.
En caso de que estén semi abiertas, deberán cerrarse tan sólo al tocarlas.