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Con jibias chilenas estudian la epilepsia y parálisis muscular

El doctor Miguel Holmgren, chileno radicado en EE.UU, explicó que estos calamares poseen los axones más grandes entre todos los animales.

Jorge Miranda

Lunes 14 de octubre de 2013

Mediante el estudio de jibias que habitan en la región de Valparaíso, científicos chilenos indagan en las propiedades eléctricas de las neuronas y la importancia de este impulso para múltiples funciones del organismo, entre ellas, el movimiento muscular.

"La electricidad es generadora de vida”, señala  Miguel Holmgren, científico chileno radicado en Estados Unidos y quien participó en el Octavo Congreso de Biofísicos Latinoamericanos realizado en la ciudad porteña. Esta cualidad es tan vital en el organismo de los seres vivos, que cuando existen fallas en la transmisión eléctrica, es posible que  ocurran algunos tipos de epilepsia, parálisis musculares y migraña. Por esta razón, el científico explica que conocer los mecanismos de la bioelectricidad y especies como la jibia, puede contribuir al mejor entendimiento de patologías como éstas, y su manejo terapéutico".

La exploración de este calamar gigante constituye un hito en la biofísica de Chile y el mundo. Esto, debido a que el animal, junto con estar “lleno de electricidad”,  posee los axones más grandes de la naturaleza -de 1 mm aproximadamente-, los que pueden ser percibidos por el ojo humano.

Dicha característica,  el interés de diversos investigadores cómo se transmite el impulso nervioso  . “Una vez generada la señal eléctrica, las neuronas tienen la propiedad de poder conducirla a través de prolongaciones llamadas axones las que,   modo de ,  serían los cables del circuito eléctrico”, comenta el Dr. Holmgren, quien además es Presidente de la Sociedad de Biofísicos Latinoamericanos –SOBLA-.

Respecto a cómo sucede este proceso, los expertos determinaron que se debe a la permeabilidad de la membrana celular, la cual contiene unas proteínas que permiten el flujo constante de cargas eléctricas, desde el interior.

Electricidad, motor de vida

Respecto al poder de la electricidad, el biofísico explica que cada célula del cuerpo es una especie de batería eléctrica de aproximadamente 0.1 voltios y cuyo polo negativo se ubica a l interior de la célula. Gracias a esto, se generan una serie de eventos, desde la ocurrencia de una idea, hasta el movimiento. “Además, la mayoría de las células usan la electricidad para alimentarse y descartar toxinas, entre otras funciones. Asimismo, las plantas también utilizan electricidad para poder sobrevivir”. 

El nuevo impulso de Montemar

El laboratorio de Montemar, faro de la ciencia y del estudio sobre bioelectricidad en Chile, lleva  más de cincuenta años dedicado a la exploración de la jibia y sus mecanismos eléctricos.

Camino a Concón, y situado al frente de la Facultad de Ciencias del Mar, de la U. de Valparaíso, este espacio –de la U. de Chile- , fue fundado en los años 60’ por Mario Luxoro, primer biofísico chileno y Premio Nacional de Ciencias. Atraídos por la novedad de este calamar, hasta allí arribaron científicos chilenos, como el Dr. Francisco Benzanilla y Dr. Ramón Latorre, ambos, miembros de la Academia de Ciencias de EE.UU y este último Premio Nacional en Ciencias Naturales. También estuvo la Dra. Cecilia Hidalgo también Premio Nacional en Ciencias Naturales, y numerosos especialistas del extranjero, especialmente, de la Universidad de California.

Al comienzo, eran diez investigadores quienes trabajaban fundamentalmente en la época de verano, temporada en que la jibia aparecía en las costas. No obstante, una década más tarde la afluencia de esta especia marina comenzó a disminuir y también, los recursos destinados a la investigación en este laboratorio. Por esta razón, Montemar inició una época de baja, hasta que la actividad quedó prácticamente detenida.

Pero años más tarde, revivió. Miguel Holmgren, quien trabajaba en Estados Unidos, recuerda este nuevo impulso:

“Yo viene a Chile el 2006 y ahí me enteré que en los mercados había jibia. Entonces llamé a Francisco Benzanilla, que también estaba en EE.UU, y le propuse que fuéramos a indagar qué pasaba. Así que volvimos juntos el 2008 y con la ayuda del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso, CINV y de su Director Ramón Latorre quien también es parte de esta aventura, nos fue tan bien, que hasta el día de hoy continuamos investigando en este lugar. Dos veces al año nos quedamos una temporada y aquí realizamos diversos experimentos, imposibles de efectuar en otro lugar. Realmente, podemos decir que Montemar ha vuelto a la vida”.