No eran pulgas. En realidad, eran moscas.
Ese fue el resultado de un estudio realizado por científicos del Instituto Nanjing de Geología y Paleontología de China que tuvieron que retractarse.
¿La razón? En 2012, los investigadores habían anunciado en la revista Nature que habían descubierto restos fósiles de nueve especímenes de pulgas gigantescas.
Según ellos, los parásitos vivían en los dinosaurios con plumas.
Sin embargo, nuevos fósiles bastaron para revelar el error: los insectos del Jurásico eran, en realidad, moscas acuáticas y anfibias.
Los científicos aprovecharon de desmentir que las pinzas de las patas traseras de los machos fueran para aferrarse a dinosaurios y, así, chuparles la sangre.
Eran para aferrarse a las hembras durante la cópula en el agua, momento en que morían.
Los científicos reconocen que sus hallazgos estaban fundamentados en datos limitados.
En la enmienda, se sostiene que datos de Vosila sinensis y Strashila daohugouensis, dos especies de estos insectos, fueron hallados en Mongolia Interior.
Por su parte, la minúscula boca fue indicio de que los adultos, prácticamente, no se alimentaban.
Imágenes: Nature.