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Conoce cuánto dinero pierdes cuando botas comida a la basura

El ejercicio te servirá para saber como se pueden reducir los desechos en el hogar, para ahorrar dinero y contribuir a generar un país más sustentable.

Carmen Aguilar

Martes 28 de julio de 2015

Dice Luis Sáez que, como académico del departamento de Gestión Agraria de la Universidad de Santiago, tiene la misión, entre otras, de conseguir "alimentar a la población de forma equitativa".

Un objetivo propio de un trabajador al servicio público que no sólo se consigue mejorando el acceso a los alimentos en la distribución, sino también con un sistema de compras públicas (Estado adquiriría productos para los ciudadanos) y con la reducción de desperdicios.

Pero, ¿por qué tirar comida a la basura va en contra de una alimentación igualitaria?

"Porque eso hace subir los precios e impide que la población de menos ingresos acceda" a ellos, explica Sáez, "la lógica de mercado lleva a mirar los alimentos como cualquier bien de consumo y por lo tanto desechables,  pero los alimentos son una necesidad más que un simple bien", completa.  

Si queremos avanzar hacia una distribución justa de la comida en nuestro país se debería, por tanto, "reducir las pérdidas" en las diferentes fases de la cadena, la producción, procesamiento, distribución y comercialización. Pero también en los hogares.

Según un cálculo que el propio académico de la USACH realizó exclusivamente para 24horas.cl, cada familia chilena de cuatro personas tira al año $162.686, teniendo en cuenta tan solo los desperdicios generados en pan ($119.637), lechuga ($11.725), arroz ($399) y papas ($30.926).

 

A nivel mundial, la FAO advierte de que un tercio de toda la comida que se produce acaba en la basura (1.300 millones de toneladas), lo que genera unos costos y una huella de carbono que puede conocer en el siguiente vídeo.

Conoce cuánto dinero pierdes cuando botas comida a la basura

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El ejercicio te servirá para saber como se pueden reducir los desechos en el hogar, para ahorrar dinero y contribuir a generar un país más sustentable.

 

¿CÓMO REDUCIR LOS DESPERDICIOS?

Dado que la pérdida de alimentos es transversal a toda la cadena, los esfuerzos deben ser compartidos. Por ejemplo, "si los productores planifican en función de sus clientes, en cuanto a cantidades y momento del año, no habría diferencias por oferta y demanda, los productos llegarían más frescos y serían más duraderos", dice Sáez.

Desde el punto de vista de los supermercados o los restaurantes, existen en Chile iniciativas como el banco de alimentos; institución creada hace cinco años y que ya trabaja con 119 organizaciones. En 2014 repartió más de dos millones de toneladas para 50.000 personas.

 

Medidas más drásticas y avanzadas se encuentran en Seattle, donde se multa a quien bote comida a la basura. La norma tuvo el apoyo del 74% de los vecinos, según informó la agencia EFE.

Pero el académico de la Universidad de Santiago plantea otras vías para reducir la cantidad de comida que se tira en cada hogar:

1. Cambiar las prácticas de comercialización. "Algunos (productos) se comercializan por unidad (lechugas); otros, por peso (manzanas); otros, en docenas, paquetes, atados, pilas, etc. (zanahorias, betarragas, cilantro)", explica Luis Sáez, lo que produce que el consumidor opte por lo más grande o mayor cantidad, pues el precio es el mismo, sin tener en cuenta si se necesita tanto y provocando que "los agricultores no cosechen hortalizas pequeñas y, luego, los comerciantes también las botan".

2. Modificar conductas en hogares: "almacenar y conservar correctamente los alimentos, utilizar las porciones adecuadas, comprar en forma frecuente para que no se echen a perder los productos, servir porciones individuales y según lo que come cada persona, entre otras". Consejos para malgastar menos y ahorrar más, tanto en comida como en dinero.  

3. Cambiar los hábitos de preferencia de productos. En este punto, están apareciendo iniciativas como el "Disco Soup"; una actividad que surgió en Europa y que consiste en preparar comida para el consumo humano con alimentos que estaban predestinados a terminar en la basura.

 

"El sentido no es 'alimentar a los pobres', sino 'educar a la población", explica el académico, pues "al momento de servir los alimentos se explica que habrían sido botados por ser 'feos', pero que están en perfectas condiciones para ser consumidos".

En Chile ya se han celebrado dos "Disco Soup" en la Universidad de Santiago. Una de ellas fue rescatada como ejemplo de buena praxis por la propia Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Uno de los últimos informes de la organización plantea cuatro ejes para evitar la pérdida de comida y los desperdicios:

- Reducir la basura generada por los alimentos "para disminuir el impacto en los recursos naturales". Cuanto mayor sea la producción, más recursos se requerirán, mayor será la huella de carbono y los desperdicios posteriores que luego contaminan el entorno.

- Reutilizar los alimentos, "buscando un mercado secundario o donándolos a los más vulnerables", señala el estudio. En el caso de que "no sea apta para consumo humano, la mejor opción es destinarla para el ganado".

- Reciclar aquellos productos o parte de los productos que sea posible o recuperarlos, transformándolos en compost de desechos orgánicos o carburante, de manera que se use su energía. 

- Enterrar estos desechos, quemarlos o acumularlos en vertederos "debería ser la última opción", destaca el informe, dado los gases efecto invernadero que producen y la contaminación de suelos, agua y aire. Pero es una de las principales estrategias para la gestión de basuras a nivel internacional.

 

Aquí puede revisar cada uno de estos ejes en profundidad.

Como verá, la literatura es extensa y el problema es tan complejo y multidimensional que pareciera que la solución solo puede venir desde las grandes medidas a nivel macro.

Sin embargo, de poco sirven las buenas palabras de los organismos internacionales, si los gobiernos locales no legislan, sin los grandes supermercados no toman medidas, sin los pequeños productores no adquieren consciencia y si los consumidores no cambian sus hábitos. Al fin y al cabo, el cliente siempre tiene la razón.