No siempre los dolores o mal estares tiene que ver con alguna enfermedad. En algunas ocasiones las dolencias se relacionan con estados de ánimo o emociones.
Está comprobado científicamente que una enfermedad, un dolor corporal o incluso las alergias pueden ser el resultado de una patología psicológica que se está manifestando en el organismo.
La tristeza prolongada, la ira incesante, los miedos y la ansiedad, se pueden transformar en un constante estado mental que eventualmente se manifiesta en un malestar corporal.
“Cuando se observa una dolencia u enfermedad física, se evalúa si es que estamos enfrentando una patología psicológica, mayormente relacionadas a algún trastorno de somatización, donde pueden calzar incluso aquellos diagnosticados como fibromialgia, una enfermedad con dolor muscular crónico de origen desconocido”, explica Paulina Pérez, psicóloga de Centros Médicos Vidaintegra.
Aunque las personas no se lo imaginen cada emoción afecta a una parte del organismo, como por ejemplo las emociones negativas como la tristeza y la ira disminuyen el sistema inmune, y muchas veces son las responsables o empeoran enfermedades autoinmunes como las alergias.
Asimismo, “la ira provoca tensión cardiovascular, aumento de la presión sanguínea y por ende riesgos cardiácos. Además, refuerza el bruxismo y tensa diversos músculos, rigidizando los mismos y favoreciendo problemas a los huesos, especialmente en personas pesimistas e intolerantes”, enfatiza Pérez.
El miedo, la ansiedad o las constantes preocupaciones, ocasionan que el organismo responda con un ataque de emergencia o una huida del problema, por lo que tensa el cuerpo, en especial la espalda, generando dolores musculares. “En estos casos se observa más agitación física, estados de híper alerta, respiración acelerada, problemas estomacales, entre otros”, explica la psicóloga.