En la imagen de la Última Cena se puede ver cómo Jesús y los apóstoles disfrutaban del pan y vino.
Es de suponer que el pan no tiene mayores diferencias en sabor al que consumimos actualmente pero, ¿a qué sabía el vino?
Según ha informado TASS, un grupo de científicos israelíes de la Universidad de Ariel están tratando de recrear el brebaje de la época del "hijo de Dios".
Para llegar a este cotizado sabor, los expertos están analizando una serie de semillas de uva de hace 2.000 años y los restos de varios fragmentos de botellas de barro que almacenaban el licor.
Estos ingredientes han sido encontrados en múltiples templos judíos a lo largo de la historia. Hasta el momento se han identificado 120 tipos de uvas diferentes que crecían en la antigua Israel.
Del total, se determinaron que sólo 20 sirven para la producción de vino y es precisamente en ellas que se esta trabajando. La idea es conseguir el material genético de las semillas e insertarla en una uva local para producir algo similar.