Durante este jueves se acordó una misión conjunta entre la agencia Espacial Rusa (Roscosmos) y la Agencia Espacial Europea (ESA), las que firmaron un acuerdo que preve enviar una sonda orbital al planeta rojo para buscar rastros de vida.
La misión ExoMars pretende construir una sonda orbital (TGO, por sus siglas en inglés) que será enviada en 2016 y constará con una estación meteorológica a bordo, para luego así componer un mapa del planeta y elegir el lugar de aterrizaje de dos vehículos rovers de seis ruedas y 270 kilos de peso que llegarán luego, en 2018 y en 2019.
Después de esto, el TGO se fijará en la órbita baja donde se dedicará a analizar los datos obtenidos por los rovers y ejercer funciones de satélite retransmisor.
Además, el objetivo de la misión ExoMars es analizar la geoquímica y geofísica en el planeta, ya sea la distribución del agua y la detección de posibles elementos peligrosos para proseguir con una subsiguiente misión tripulada.
La sonda recibirá energía mediante paneles fotovoltaicos y su equipamiento constará con cámaras panorámicas y de acercamiento microscópico, tendrá un sensor de radiación ionizante , un sensor para analizar los campos eléctricos y un espectrómetros de luz infrarroja destinado a detectar agua a distancia. Para obtener muestras del interior de las rocas y del subsuelo marcianos usará un taladro de dos metros de largo.
El coste estimado del proyecto es de unos 1.100 millones de dólares.
Debido a la distancia entre los planetas, las órdenes enviadas desde la Tierra pueden tardar unos 20 minutos en llegar a Marte. Este retraso hace que las órdenes instantáneas de cambio de dirección no sean posibles y, por tanto, los rovers tendrán un sistema de navegación inteligente que les permite trazar su propia ruta, tomando decisiones autónomas.