No falla: vas a servirte una bebestible frío en casa y el hielo que sacas del congelador aparece opaco, con un centro blanco y turbio. Pero cuando pides un trago en un bar, los cubos son tan transparentes que parecen cristal. ¿Por qué ocurre esto si, en teoría, solo agua congelada?
La diferencia no está en el agua, sino en la forma en que se congela. Y entenderlo no solo resuelve una duda curiosa, sino que también puede ayudarte a mejorar la calidad del hielo que haces en casa, sobre todo si quieres que tus bebidas se enfríen mejor y se diluyan más lentamente.
EL AIRE ATRAPADO: EL CULPABLE DE LOS CUBITOS BLANCOS
El hielo que hacemos en casa se congela desde el exterior hacia el interior, es decir, la parte que está más cerca del molde o del aire frío solidifica antes. Esto hace que el aire y las impurezas disueltas en el agua -como minerales o pequeñas burbujas- queden atrapadas en el centro del cubito. El resultado: un núcleo blanco y turbio.
En tanto, los cubitos cristalinos que se sirven en bares o restaurantes se producen con máquinas especializadas, que congelan el agua desde una única dirección -normalmente de abajo hacia arriba-.
Este método permite que el aire y los minerales sean expulsados antes de que el agua se solidifique, lo que da lugar a un hielo mucho más puro y claro.
¿TIENE VENTAJAS EL HIELO TRANSPARENTE FRENTE AL BLANCO?
Más allá de la estética, el hielo transparente tiene ventajas prácticas. Al estar más densamente estructurado y contener menos aire, se derrite más lentamente. Eso significa que enfría la bebida sin aguarla tan rápidamente como lo haría un cubito casero.
En cambio, el hielo blanco tiene más superficie expuesta por sus pequeñas burbujas internas, lo que acelera la transferencia de calor. Por eso, aunque ambos enfrían, el hielo comercial es más eficiente y elegante.
¿SE PUEDE HACER HIELO TRANSPARENTE EN CASA?
Sí, pero requiere algo más de trabajo. Para lograrlo, los expertos recomiendan usar agua previamente hervida y dejarla enfriar antes de verterla en el molde.
Luego, hay que intentar imitar el proceso de congelación direccional, por ejemplo, usando una pequeña neverita sin tapa dentro del congelador, de forma que el frío actúe desde arriba.
También se venden moldes especiales que replican esta técnica y permiten obtener cubitos más claros en casa, aunque no tan perfectos como los comerciales.