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Ciencia

Planeta con forma de limón desafía teorías sobre exoplanetas

Un exoplaneta con forma de limón y atmósfera de carbono desafía las teorías astronómicas y obliga a repensar cómo se forman los mundos fuera del sistema solar.

Planeta con forma de limón desafía teorías sobre exoplanetas.

Vicente Barraza

- TVN

Miércoles 24 de diciembre de 2025

El universo vuelve a poner a prueba a la astronomía moderna. Un exoplaneta gigante, con una silueta extrema y una composición química nunca antes observada, está obligando a los científicos a replantear cómo se forman y evolucionan los cuerpos celestes fuera del sistema solar.

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Se trata de PSR J2322-2650b, un mundo gaseoso con una masa similar a la de Júpiter, pero con un aspecto tan deformado que ha sido descrito como un “planeta con forma de limón”. Gracias a observaciones del James Webb Space Telescope, los astrónomos han podido estudiar por primera vez su atmósfera, revelando características que desafían los modelos planetarios actuales.

A continuación, cinco claves para entender por qué este exoplaneta es uno de los hallazgos más desconcertantes de los últimos años.

1. Una composición química sin precedentes

Uno de los mayores enigmas de PSR J2322-2650b es su atmósfera dominada por helio y carbono molecular, con una ausencia casi total de hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, elementos habituales en gigantes gaseosos como Júpiter o Saturno.

Según los investigadores, esta combinación jamás había sido detectada en los más de 150 exoplanetas estudiados por el telescopio Webb. La abundancia de carbono sugiere la posible presencia de nubes de grafito, partículas similares al hollín y, eventualmente, un núcleo rico en diamantes, lo que abre nuevas líneas de investigación sobre química planetaria extrema.

2. Una forma extrema causada por fuerzas de marea

El apodo de “planeta limón” no es exagerado. El diámetro ecuatorial de PSR J2322-2650b es 38% mayor que su diámetro polar, una deformación sin precedentes confirmada por observaciones directas.

Esta forma se explica por su cercanía extrema a su estrella anfitriona: un pulsar, una estrella ultradensa que gira rápidamente tras una explosión de supernova. El planeta orbita a apenas un millón de kilómetros de esta estrella y completa una vuelta en solo 7,8 horas, lo que genera fuerzas gravitacionales capaces de estirarlo de manera continua.

3. El único gigante gaseoso conocido que orbita un pulsar

Aunque existen algunos planetas alrededor de pulsares, PSR J2322-2650b es el único gigante gaseoso conocido en este tipo de sistema. La gravedad extrema del pulsar no sólo deforma al planeta, sino que además estaría arrancando material de su atmósfera, creando un flujo que se dirige directamente hacia la estrella. Los científicos describen este proceso como una especie de “canal gravitacional” por el que el planeta estaría perdiendo masa.

4. ¿Planeta o estrella devorada?

El origen de este objeto sigue siendo motivo de debate. Una de las hipótesis más discutidas es que PSR J2322-2650b no sea un planeta convencional, sino el remanente de una estrella que fue parcialmente destruida por el pulsar.

Este escenario lo convertiría en un sistema conocido como “pulsar viuda negra”, donde la estrella compacta consume lentamente a su compañera. En ese caso, el objeto habría perdido hasta el 99,9% de su masa, y lo estaríamos observando en una fase final antes de su desaparición total. Sin embargo, otros modelos sugieren que podría tratarse de un tipo completamente nuevo de objeto astronómico, capaz de mantenerse estable durante miles de millones de años.

5. Un desafío directo a la teoría planetaria

Más allá de su forma o composición, PSR J2322-2650b representa un desafío conceptual para la astronomía. Los modelos clásicos de formación planetaria no explican fácilmente cómo puede existir un mundo con estas características en un entorno tan hostil.

Para los investigadores, este hallazgo demuestra que la naturaleza es capaz de generar estructuras mucho más diversas de lo que se pensaba, obligando a revisar las bases teóricas sobre exoplanetas y sistemas extremos. El siguiente paso será encontrar otros mundos similares que permitan comparar su evolución y determinar si estamos frente a un fenómeno transitorio o ante una nueva categoría de objetos cósmicos.