La Estación Espacial Internacional (EEI), el mayor laboratorio en órbita construido por la humanidad, celebró el pasado 2 de noviembre un hito histórico: 25 años de presencia humana continua en el espacio. Desde que Bill Shepherd (NASA) y los cosmonautas Sergei Krikalev y Yuri Gidzenko ingresaron por primera vez a la estación en el año 2000, la EEI se convirtió en un símbolo de cooperación global, ciencia aplicada y exploración tecnológica.
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A 400 kilómetros de altura, este complejo internacional ha permitido realizar miles de experimentos, acoger a 290 visitantes de 26 países y mantener un legado que, en 2025, sigue vigente mientras se proyecta su retiro hacia 2030.

Un sueño que tomó siglos en materializarse
La idea de vivir en el espacio no es reciente. Ya en el siglo XVII, Johannes Kepler imaginaba viajes espaciales, y en 1869 Edward Everett Hale describía una estación orbital en “La Luna de Ladrillo”. En el siglo XX, teóricos como Konstantin Tsiolkovsky, Herman Noordung y Willy Ley diseñaron conceptos de estaciones espaciales con gravedad artificial y sistemas autosuficientes.
Estas ideas nutrieron los proyectos estadounidenses y soviéticos de los años 50 y 60, desde Horizon hasta Skylab, y finalmente confluyeron en la visión que en 1984 el presidente Ronald Reagan aprobó para construir una gran estación orbital con participación internacional.
La construcción de un gigante en el espacio
La EEI comenzó a tomar forma en 1998, tras la incorporación de Rusia al proyecto en 1993. Su desarrollo fue un esfuerzo global que involucró 36 vuelos del transbordador espacial, seis lanzamientos rusos y el uso de naves como Progress, Soyuz, HTV japonés, ATV europeo y las comerciales Dragon, Cygnus y Starliner.
El resultado fue una estructura colosal:
- 109 metros de ancho por 51 de largo
- Más de 400.000 kg de masa
- 900 m³ de volumen presurizado
- 2.247 m² de paneles solares, que generan cerca de 735.000 kWh al año
- Órbita entre 370 y 460 km, cubriendo el 90% del planeta habitado
Ciencia, vida cotidiana y un “hotel de cuatro estrellas”
Cuando la primera tripulación llegó en 2000, la estación era oscura y húmeda. Hoy, astronautas la describen como un “hotel de cuatro estrellas”, con laboratorios, invernaderos que producen chiles y flores, sistemas de comunicación para hablar con la familia y una icónica cúpula que permite observar la Tierra como desde ningún otro lugar.
La EEI ha permitido investigaciones que serían imposibles en la Tierra: estudios de microgravedad, física de fluidos, materiales, biología, medicina y observación terrestre. Algunos hitos:
- El estudio de los gemelos Kelly, clave para entender los efectos prolongados de la microgravedad.
- Diagnóstico y tratamiento remoto de coágulos sanguíneos en astronautas.
- Desarrollo de tecnologías aplicadas en salud, energía y materiales.
260 caminatas espaciales: ensamblando un gigante
El mantenimiento y expansión de la EEI no sería posible sin sus más de 260 caminatas espaciales. Algunos hitos:
- Primera EVA (actividad extravehicular): Jerry Ross y James Newman (1998), conectando Zarya y Unity.
- Primera mujer en una EVA en la EEI: Tamara Jernigan (1999).
- EVA más larga: Susan Helms y James Voss (2001), 8 h 56 min.
- Reparación de emergencia de un panel solar en 2007, realizada por Scott Parazynski.

Cooperación global sin precedentes
La EEI es operada por cinco agencias espaciales: NASA, Roscosmos, ESA, JAXA y CSA. Las misiones, experimentos y operaciones se coordinan desde centros distribuidos en todo el mundo, desde Houston y Moscú hasta Tsukuba y Montreal. También ha sido un motor educativo para millones de estudiantes, inspirando vocaciones STEM.
¿Hasta cuándo existirá la EEI?
Aunque su edad comienza a notarse, esto por la radiación, micrometeoritos y desgaste estructural; su diseño modular permitió extender su vida útil más allá de lo previsto. Sin embargo, existe un consenso: