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Lo rechazaron en el fútbol chileno y emigró a un llamativo destino: "Es un lugar precioso, un paraíso"

Nicolás Bobadilla tuvo una carrera marcada por traspiés en el fútbol argentino y chileno hasta llegar a Nueva Zelanda.

24horas.cl

Lunes 3 de noviembre de 2025

Nicolás Bobadilla nació en Trelew, una ciudad argentina al noreste de la Patagonia, desde donde salió al mundo en busca de una oportunidad en el fútbol profesional. Sin embargo, en su camino sólo encontró traspiés, incluso en Chile.

Jugó seis meses en la reserva de Puerto Montt y un año en la primera de Deportes Valdivia, pero tampoco logró despegar ahí. Antes, en su natal Argentina, su club le negó el pase a Instituto de Córdoba, donde se había probado y le había ido bien; tuvo pruebas en San Lorenzo y Vélez, y hasta le llegaron a prometer una en River Plate, pero nunca se concretó. "Esperé y llegué a tener una comida con (Leonardo) Ponzio, pero la prueba nunca se concretó y tuve que volverme a Trelew", contó en diálogo con La Nación de Argentina.

"Recibí golpes en todos lados, pero es verdad eso de que lo que no te mata te hace más fuerte. Ahora vivo bien, tranquilo, y si miro atrás digo que todo lo que pasé valió la pena", agregó.

De Valdivia a Waiheke

Pero la gran oportunidad llegó del otro lado del mundo. Desde Valdivia se trasladó hasta la isla de Waiheke, en Nueva Zelanda: "Es una historia rara. Yo llevaba un año en Valdivia y tenía una novia. Una tía de ella vivía en Nueva Zelanda y me comentó que podía conseguirme una prueba en un club. Me gustó la idea y me mandé. Claro que yo pensé que era un equipo profesional, y Waiheke United no tenía nada que ver con eso. No pagaban un peso, cero. Ni siquiera la liga en la que estaba era profesional. Y la señora que me había llevado se fue a la semana".

Pese a ello, decidió quedarse: "El lugar me encantó, y el club se portó muy bien, me ayudó un montón. Justo me agarró la pandemia, me contagié de Covid estando ahí, y vi cómo el gobierno cuidaba a la gente. Yo había ido con poca plata y nos daban hasta la comida. Pero sobre todo me quedé movido por el hambre de querer vivir del fútbol y también por orgullo, por testarudo. Tenía 20 años y vi que había otros equipos, los más fuertes del país, donde podría ir a probarme en algún momento. Enseguida me di cuenta de que Nueva Zelanda, además de ser muy lindo, era un país que daba como para quedarse".

"En Waiheke hay mucho turismo y muchos hoteles, entonces se puede trabajar de lo que sea. Conseguí un permiso como carpintero, pero hacía un poco de todo. De todos modos, lo que más hacía era entrenarme como un enfermo, dos o tres veces por día. Porque si me arreglaba con lo mínimo, me bastaba laburar ocho horas por semana para bancarme", detalló.

"Te aseguro que es un lugar precioso, con unas playas increíbles, un mar de aguas claras y delfines que son vistos desde la arena. Un paraíso", complementó.

El 10 de Miramar Rangers

Fue ahí que gracias a la invitación de un amigo a jugar un torneo organizado por comunidades de gente de Islas Fiji en Nueva Zelanda, donde participan también equipos de Australia y Estados Unidos, y donde logró mostrarse y por fin captar la atención de equipos profesionales.

"Como mi amigo y yo anduvimos muy bien nos ofrecieron ir a probarnos a un equipo de Auckland, Bay Olympic. Quedé y eso me llevó a mudarme a esa ciudad, que es la más grande del país, la que tiene más clubes y donde están varios de los más grandes. Fíjate que estuve tres meses y surgieron dos ofertas. Y también fue la manera de empezar a sustentarme, porque ahí por fin cobraba como jugador y coach en el club. Me llamaron de Auckland City y de Manukau, un equipo más chico de la misma liga. Pero en ese momento, por una cuestión de papeles y económica, éste me convenía más y es el que elegí. A los seis meses me contactaron de Manurewa, que estaba en la segunda de la liga Norte, y de Coastal Spirit, de la primera de la liga Sur. Como no quería bajar de categoría me fui a Christchurch, pero no la pasé muy bien y duré un mes", relató.

"Me llamaron otra vez de Manurewa, en el que había un inversor argentino que quería armar un proyecto muy grande. La idea era ascender el primer año, jugar National League el segundo y llegar al Mundial de Clubes. Y me fui allá", añadió.

"Ahí salió la posibilidad de Miramar Rangers, uno de los equipos grandes del país. Este año quedamos subcampeones de la liga Central, pero le ganamos a Wellington Olympic, que es nuestro clásico rival y el que siempre pelea por el título de campeón nacional con Auckland City. La intención para 2026 es ser campeones. No estamos tan lejos", complementó.

Su presente en Nueva Zelanda

En la misma entrevista con La Nación de Argentina, Bobadilla sostiene que "hoy por hoy no tengo la vida hecha, pero el país es precioso y me encantaría quedarme para siempre. Ahora vivo en Wellington, en la casa del club, frente a la playa. Me gusta la ciudad". 

"La vida acá es un lujo. No es barata, pero se acomoda a un poder adquisitivo medio, y podemos dejar todo abierto porque sabemos que nunca van a robar (...)A esas cosas no las cambio por nada porque dan una tranquilidad increíble. En algún momento me pondré las pilas para sacar la residencia, que es lo que me falta para tener la posibilidad de quedarme", cerró.

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