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Tu batido de proteínas podría contener plomo

Entre promesas de músculos definidos y energía interminable, metales tóxicos podrían estar infiltrándose en tus batidos favoritos.

24horas.cl

Deutsche Welle

Martes 21 de octubre de 2025

Nacidas en los gimnasios y los foros de culturismo, las proteínas en polvo dieron el salto al gran público y hoy son un negocio millonario. La fiebre proteica ha colonizado estanterías y redes sociales: desde cereales y pastas hasta bebidas energéticas, todo promete "más fuerza en cada sorbo". Pero detrás de esta obsesión podría esconderse un secreto incómodo.

Una exhaustiva investigación de Consumer Reports, publicada el 14 de octubre reveló que muchos de estos productos están contaminados con metales pesados tóxicos. El análisis evaluó 23 batidos y polvos proteicos muy populares en Estados Unidos, y la mayoría mostró trazas de plomo por encima de lo recomendable: en más de dos tercios, una sola porción superaba el nivel considerado seguro para el consumo diario. En algunos casos, las cifras multiplicaban por diez ese límite.

Los resultados más preocupantes se registraron en ciertos polvos proteicos de origen vegetal – aunque no todos los productos de este tipo presentaron niveles elevados–, con raciones que superaban entre doce y quince veces el nivel de plomo que Consumer Reports considera seguro (0,5 microgramos diarios). 

En los casos más extremos, las pruebas detectaron entre 6 y 8 microgramos de plomo por ración.

La química de Consumer Reports que dirigió las pruebas, Tunde Akinleye, fue contundente: "Desaconsejamos el consumo diario de la mayoría de las proteínas en polvo, ya que muchas tienen altos niveles de metales pesados y ninguna es necesaria para alcanzar los objetivos proteicos".

Lo más preocupante es que la contaminación ha empeorado con el tiempo. Según explicó la periodista de Consumer Reports Paris Martineau a Fortune, el peor producto analizado en esta ocasión contenía casi el doble de plomo que el peor producto evaluado hace 15 años. Los expertos esperarían que las normas de seguridad mejoraran conforme la industria madura, pero no ha sido así.

Los expertos advirtieron que el plomo puede acumularse en el organismo con el tiempo, aumentando el riesgo de hipertensión y daños neurológicos.

¿De dónde viene el plomo?

Muchos asumirían que la contaminación proviene de una fabricación negligente, pero la realidad es más compleja. Según reportan medios, el problema comienza en la fuente: las proteínas en polvo de origen vegetal fueron la categoría más contaminada, con niveles de plomo aproximadamente nueve veces superiores a los encontrados en proteínas lácteas como el suero.

Las plantas actúan como esponjas, absorbiendo todo lo que hay en su entorno. Como explicó Michael White, profesor de Práctica Farmacéutica de la Universidad de Connecticut, en The Conversation, si hay plomo o cadmio en el suelo –algo común debido a la erosión de rocas volcánicas, la combustión de combustibles fósiles y el uso de ciertos fertilizantes– las plantas también absorben esos metales. Además, el procesamiento intensivo para convertir guisantes u otras plantas en polvo puede intensificar la contaminación.

Vale la pena señalar que las muestras analizadas se adquirieron de forma anónima en tiendas y plataformas estadounidenses durante un periodo de tres meses, por lo que los hallazgos reflejan específicamente los niveles de contaminación en las versiones comercializadas en Estados Unidos. 

Aunque no pueden extrapolarse directamente a los lotes distribuidos en otros mercados, el hallazgo pone de relieve un riesgo potencial presente también en otros contextos ambientales.

Un vacío regulatorio alarmante

Según reporta Fortune, uno de los factores de riesgo es la falta de controles previos: al clasificarse como suplementos dietéticos, las proteínas en polvo se comercializan con escasa supervisión antes de llegar al consumidor.

En Estados Unidos no hay un límite federal que fije la cantidad máxima de plomo en estos suplementos. La industria depende de su propia autorregulación y, en muchos casos, no publica los resultados de sus pruebas. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), por su parte, no evalúa ni aprueba los productos antes de su venta.

Las cifras hablan por sí solas: según datos citados por Fortune, la FDA inspeccionó solo 600 de los 12.000 fabricantes de suplementos registrados el año pasado. Solo 90 de esas inspecciones se realizaron en plantas extranjeras, a pesar de que gran parte de la cadena de suministro estadounidense pasa por fábricas en el extranjero.

Algunas marcas señalan certificaciones de seguridad de la NSF como prueba de pureza, pero Consumer Reports advierte que la NSF permite 10 microgramos de plomo al día, 20 veces el límite de CR de 0,5 microgramos, que proviene de la Oficina de Evaluación de Riesgos para la Salud Ambiental de California.

Según los expertos, es un estándar conservador, pero no por nada: no se conoce una cantidad segura de plomo, especialmente en exposiciones prolongadas. Por comparación, la FDA establece como nivel de referencia 8,8 microgramos diarios para adultos y 2,2 microgramos para niños. 

En ese sentido, como recordó la investigadora Sana Mujahid, lo ideal es mantener la exposición "tan baja como sea posible".

¿Realmente necesitamos tanta proteína?

Martineau lo expresó claramente a Fortune: "Muchas personas no necesitan tanta proteína como creen". A menos que se pertenezca a un grupo especial –ciertos deportistas, mujeres embarazadas o adultos mayores– solo se necesitan 0,8 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal al día, algo fácil de obtener con alimentos integrales.

Un adulto de 63 kilos necesita apenas unos 53 gramos de proteínas diarias, una cantidad alcanzable con una taza de yogur griego y una pechuga de pollo, o una ración de tofu con frijoles, según Harvard Health.

De hecho, la mayoría de los estadounidenses ya superan esta cantidad sin esfuerzo: las proteínas representan alrededor del 16 % de las calorías diarias, una cifra superior al 10 % sugerido como media en las guías dietéticas.

El problema es cultural. "Básicamente, tenemos una especie de halo de salud alrededor de las proteínas", señala Martineau. Las proteínas se han convertido en una herramienta de marca, una excusa para transformar alimentos procesados en objetos de bienestar. Pero añadir proteínas a algo no lo convierte en un atajo hacia la salud.

La FDA solo inspeccionó 600 de los 12.000 fabricantes de suplementos registrados el año pasado, evidenciando un preocupante vacío regulatorio.

¿Debemos preocuparnos?

No hay motivo para alarmarse si se han consumido estos productos ocasionalmente. Incluso los que tienen los niveles más altos de plomo están muy por debajo de la concentración necesaria para causar daño inmediato. Sin embargo, según expertos, hay que ser cautelosos, ya que la exposición repetida y elevada a metales pesados puede ser perjudicial.

El plomo permanece en el organismo y puede acumularse con el tiempo, provocando retrasos en el funcionamiento mental, daño nervioso, debilitamiento de huesos, hipertensión arterial y mayor riesgo de cáncer. Los niños y las mujeres embarazadas son especialmente vulnerables.

¿Qué pueden hacer los consumidores?

Para quienes deseen seguir usando estos productos, los expertos sugieren elegir proteínas de origen lácteo o animal, que generalmente tienen menos contaminación que las vegetales. Aunque algunos productos veganos del estudio no presentaban niveles elevados, la variación es significativa. 

Usar estos productos de forma más esporádica en lugar de diaria también puede reducir la exposición, y optar por opciones orgánicas puede ayudar, ya que suelen tener menos metales pesados.

Pero quizás el mejor consejo sea el menos atractivo: comer alimentos integrales es el verdadero atajo hacia la salud, mucho más que maximizar las proteínas con productos procesados.

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