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Félix Ulloa, Vicepresidente de El Salvador: “Estamos combatiendo al crimen organizado y por eso está desplazándose a América del Sur”

El líder salvadoreño remarcó: "Tenemos conciencia de que nos están viendo (...) Le ofrecimos nuestro Plan de Control Territorial al Secretario General de la ONU.  El Salvador fue modelo en los años 90 en solución pacífica de conflictos y ahora puede ser modelo en la eliminación de pandillas y control de la delincuencia".

Por María Alejandra Gallardo C.

Miércoles 18 de enero de 2023

Tiene 71 años y una destacada vida profesional dedicada a las relaciones internacionales. Hablamos de Félix Ulloa, Vicepresidente de El Salvador, un país que pasó de tener 103 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2015 a 7,8 homicidios por 100 mil habitantes en 2022, según cifras oficiales. 

Una caída impresionante que se explica por el plan de seguridad contra el crimen organizado que ha desarrollado el mandatario de ese país Nayib Bukele desde su llegada al poder en 2019. Una estrategia radical que le ha valido críticas de parte de organizaciones defensoras de derechos humanos pero que le ha significado un índice a aprobación de 87,8%, el más alto de América Latina. 

De ello, Ulloa habló en esta entrevista efectuada en la primera semana de enero, que publicamos en exclusiva para TVN.

¿Por qué entró de lleno a la política, acompañando a Nayib Bukele?

Los hechos históricos que sucedieron en nuestro país me llevaron a esto. Se agotó la etapa de la post guerra (desde 1992 en que se firmaron los acuerdos de paz, hasta 2019). El sistema político se había sostenido en un bipartidismo. Por un lado, un partido de signo conservador que se considera de derecha, y un partido que supuestamente era progresista de izquierda. Ellos administraron los 30 años de posguerra, pero los resultados no fueron los esperados. Hubo demasiados hechos de corrupción  en ambos gobiernos. 

La violencia se disparó en las comunidades;  llegamos a ser el país más violento del mundo durante varias mediciones en varios años y había un hartazgo de la población. Por eso cuando surge un liderazgo fresco y  nuevo, “millennial”, como es el caso del Presidente Bukele, entonces la gente opta y genera esta posibilidad: un nuevo proyecto alejado de los esquemas de confrontación ideológica con los mismos lenguajes, los mismos signos y los mismos conceptos de la Guerra Fría. Es decir, esos conceptos tradicionales de confrontación entre izquierda y derecha que eran una especie de juego suma cero que se desarrollaba en el país porque cualquier propuesta del partido Arena (partido de derecha), era bloqueada por el FMLN (Farabundo Martí de Liberación Nacional, partido de izquierda), y viceversa. En tres años que llevamos de gobierno se han demostrado los resultados tangibles, medibles y satisfactorios. Haciendo el balance del año 2022, podemos decir con toda certeza que ha sido el año más seguro de nuestra historia. Hemos cerrado el año con 176 días con cero homicidios, cuando en El Salvador las cifras de los homicidios diarios llegaron a tener dos dígitos. 

Ustedes han implementado el Plan de Control Territorial para combatir a las pandillas y al crimen organizado. ¿cuáles son las claves tácticas y estratégicas de este plan?

El plan se diseñó y se puso en práctica desde el primer día que entramos al gobierno. Consta de siete etapas. Vamos en la quinta y tiene una visión holística en la cual se utiliza tanto la fuerza coercitiva del Estado, a través de las Fuerzas de Orden, porque en las primeras etapas había que ir a recuperar los territorios que estaban bajo el control de las pandillas. 

Más del 30% del territorio nacional lo controlaban las pandillas. Allí no podían entrar los servicios públicos del Estado si no estaba autorizado por las pandillas; recuperar los territorios fue la primera fase. Llevar los servicios públicos como salud y educación, fue la segunda; las escuelas eran el objetivo de las pandillas para vender droga y reclutar jóvenes. 

La tercera etapa consistió en equipar a nuestras Fuerzas de Orden porque encontramos una Policía Nacional Civil no solo infiltrada por las pandillas, sino totalmente desmotivada por los niveles salariales, pero además sin equipos: andaban sin pistolas, con tres balas;  los vehículos policiales había que empujarlos para que caminaran, porque no servían. Lo hicimos gracias a un préstamo del Banco Centroamericano de Integración Económica por 109 millones de dólares. 

Luego llegamos a la cuarta etapa cuando ya  estábamos equipados y teníamos las condiciones para poder entrar en una lucha frontal contra las pandillas. Aprovechamos el hecho de que ellos asesinaron a más de 80 salvadoreños en un fin de semana en el mes de marzo.  El Presidente solicitó al congreso decretar el Estado de Excepción y comenzó la guerra contra las pandillas. La Asamblea Legislativa (equivalente al Congreso chileno),  que entró en funciones en mayo de 2021, fue la que aprobó el  préstamo y el Estado de Excepción, porque la Asamblea anterior que todavía la dominaban los dos  partidos -Arena y FMLN-  no quiso ratificar ese préstamo.  En la cuarta etapa empezamos a capturar pandilleros. 

Ya tenemos más de 60 mil capturados. Entra la quinta etapa, que es donde estamos ahora. Esta es la de extracción, donde se han generado cercos en diferentes municipios.

Entre las pandillas mara Salvatrucha y la mara Barrio 18, que es la más numerosa con 50.000 miembros, ¿cuáles son las características distintivas  entre una y otra?

El mayor distintivo es la división de sus territorios y cuando ha habido estas masacres, ha sido por el control de los territorios entre ellos. Hay ajustes de cuentas entre ellos, pero existen otras pandillas más pequeñas como la Maomao; las Locos Salvatruchos;  hay una cantidad de maras menores, pero las con nivel transnacional son Barrio 18 y Mara Salvatierra.

¿Han logrado definir cuál es el perfil sociocultural del pandillero?

Sí claro, pero no es un perfil, son varios perfiles determinados por el nivel de vinculación en la estructura criminal.  Primero están los niños que son reclutados para hacer el trabajo de antena; van avisando cuando llega la policía a una zona o son los que mandan a cobrar las extorsiones. Luego están los gatilleros, que son los que disparan y matan; después están los palabreros que son como  voceros, los que tienen mando en algunas áreas;  luego vienen los corredores del programa que son los más sofisticados. 

Ellos no andan tatuados, visten con traje y corbata y se mueven libremente por la sociedad. Van subiendo hasta que llegas a la cima que son 15 sillas donde se sienta la máxima estructura. De ellos, ya tenemos  capturados a  más de 10 en el caso de la mara Salvatierra. El trabajo de inteligencia del ejército ha sido clave. Los tienen mapeados e identificados;  por eso que cuando se hacen las operaciones de captura y de extracción no se afecta a la población civil. Al revés, lo están pidiendo en varios municipios; esperan que lleguen las Fuerzas de Orden  porque han visto que donde se han realizado estos cercos, la comunidad queda limpia y se libera.

El plan, más allá de los éxitos objetivos que ha mostrado, no ha estado exento de crítica por parte de organismos internacionales de Derechos Humanos. ¿Comparte las críticas? Y en segundo término, ¿cuál es el límite? ¿Se puede vivir en un Estado de Excepción permanente?

Se puede vivir en estado de excepción permanente. Cuando yo era joven y ejercía el Derecho, me tocó estar en estado de excepción por más de 6 años. Eran las condiciones en las que El Salvador vivía pues estaba en un estado de guerra, y ese régimen sí era un régimen violatorio de Derechos Humanos porque a mí me tocaba estar yendo constantemente a los tribunales a defender presos políticos,  porque el régimen era contrainsurgente. Ahora, llevamos apenas la octava prórroga y creo que cuando ya terminemos la limpieza en estas comunidades,  no vamos a necesitar más Estado de Excepción.

Cuando se decretó sólo afectaba cuatro garantías constitucionales. Nunca se afectó la libertad de movilización ni  la libertad de expresión;  no se cerraron medios de comunicación ni se limitaron las actividades religiosas, ni el libre tránsito. Las playas y discotecas siempre han estado llenas. 

La vida es normal, porque las garantías constitucionales afectadas son solo en el ámbito judicial y ha permitido que la detención administrativa que dice que nadie puede ser detenido por más de 3 días, aquí se pueda por 15. También está afectada la libertad de escucha, porque pese a que la Constitución prohíbe la intervención telefónica, hemos tenido que intervenir para que las capturas sean eficientes. La libertad de asociación en algunos casos, se ha visto restringida también.

En cuanto a los Derechos Humanos, hemos dicho que toda obra humana no es perfecta y se cometen errores. Hemos tratado de corregirlo. De hecho, hay más de 14 policías que han sido sancionados y procesados por abusos. Esto no es una política de estado cuya intención es violar los Derechos Humanos.  A Human Rights Watch y a Amnesty International se les ha explicado que hay algunos agentes que  han abusado de la autoridad y han  violentado algunos derechos y eso se está corrigiendo. 

Además, al hacer un análisis con el balance de proporcionalidad se van a dar cuenta que el gobierno del Presidente Bukele ha salido en defensa de los Derechos Humanos de la población. Estamos defendiendo los Derechos Humanos de millones, frente a la agresión que hacen estos grupos criminales. Centenares de personas que fueron capturadas y que han logrado demostrar que no tenían vinculaciones con la mara están siendo puestas en libertad.

¿El Salvador tiene conciencia de que está siendo observado por la región?

Tenemos conciencia de que nos están viendo, además por instrucciones del Presidente Bukele, en julio del año pasado, tuve que presentar un informe en Naciones Unidas. Le ofrecimos nuestro Plan de Control Territorial al Secretario General de la ONU.  El Salvador fue modelo en los años 90 en solución pacífica de conflictos y ahora puede ser modelo en la eliminación de pandillas y control de la delincuencia. Estamos disponibles a compartir nuestra experiencia con los países que lo necesiten.

¿Pero tienen conciencia que esas miradas son contradictorias? Hay sectores en distintos países, que esperan un gobierno como el de Bukele, pero hay otros que lo miran con  preocupación debido a ciertas medidas que, para muchos, son vistas como autoritarias.

Tenemos un liderazgo fuerte. No es lo mismo tener un dictador que tener un líder que va cumpliendo lo que el pueblo pide y que lo hace con determinación y, a pesar de la crítica de ambos partidos que perdieron las elecciones.

Ellos tienen voceros fuera del país, por ejemplo, en Washington. La diferencia entre un gobierno autoritario y un gobierno fuerte es el objetivo, el fin con el cual se utiliza la fuerza del Estado. Nosotros hemos sacado al ejército y hemos fortalecido la policía para defender a la población de la agresión que estaba viviendo por parte de los  grupos criminales. Un estado dictatorial usa la fuerza para someter al pueblo.  Esas son las diferencias conceptuales y doctrinarias entre un gobierno  autoritario y un gobierno fuerte que está defendiendo los derechos fundamentales de la población.

¿Le interesa que el modelo de Plan de Control Territorial sea un “modelo exportable”?

Eso es lo que queríamos, que Naciones Unidas pudiera evaluar si era un posible modelo que pudiera llevarse a otros países con adaptaciones por supuesto, porque este es un modelo 100% salvadoreño.  Aquí no ha habido asistencia ni de la ONU, ni de la OEA, ni de ningún país desarrollado. Esto es talento salvadoreño, recursos salvadoreños, institucionalidad salvadoreña. No se trataba de solo usar la fuerza coercitiva porque eso ya fracasó. Antes golpeabas la estructura criminal, incluso los llevaba a la justicia, pero inmediatamente salían porque los marcos normativos eran muy laxos para este tipo de delito. Nosotros ahora, además de usar la fuerza coercitiva del estado, hemos cambiado la legislación penal para permitirle al estado y al gobierno aplicar la justicia. Ya no hay vacíos legales por donde escapaban los criminales. El Presidente ponía de ejemplo a un criminal que había  sido capturado ocho veces y las ocho veces había logrado salir.

¿Y qué pasa con el Poder Judicial?

Se limpió la estructura de jueces que estaba vinculada al pasado. Se solicitó que todos los que tuvieran más de 30 años de servicio o 60 años de edad pasen a retiro. Así llega una nueva generación de jueces no vinculados al pasado. Esto ayuda en la tarea, porque no solo es la fuerza, ya que la policía los capturaba, la fiscalía sustanciaba los casos, pero los jueces los dejaban libres. Ahora tenemos una articulación entre el ejecutivo, a través de la policía y el ejército;  la fiscalía que es el ministerio público, el órgano judicial y la Asamblea Legislativa que ha ido modificando la legislación penal.  Por eso es un plan holístico que no solo golpea con fuerza, sino que  incorpora todas las  dimensiones.

¿Tiene algún diagnóstico respecto de las razones por las que el crimen organizado se ha expandido a países de Latinoamérica en los que antes no estaba presente con tanta fuerza y magnitud? ¿Cómo se combate? 

Hay causas estructurales y causas coyunturales.  Las estructurales son las que nuestros estados han permitido por la forma de funcionar.  Por la corrupción endémica; por la pobreza en las comunidades que son las que generan condiciones para que el crimen se instale y florezca. 

Esas condiciones estructurales hay que combatirlas; pero luego hay otras que son de carácter coyuntura: las alianzas que estos grupos pueden hacer con poderes fácticos en los países.  Puede ser con banqueros que les lavan dinero; con  empresarios que permiten estos socios económicos, con políticos. Esas causas culturales se pueden identificar al seguirle la pista al crimen organizado. Luego hay otra causa  que tiene relación  con el tráfico de drogas y el tráfico de personas. Estados Unidos  ha sido muy permisivo en ese combate porque todo lo que ha hecho es lanzarnos a nosotros y, especialmente a México, la responsabilidad de combatirlo. Cuando México declaró la guerra contra los carteles, estos se desplazaron a Centroamérica y como acá los estamos combatiendo, se van para el sur de América.

Entonces hay que ir viendo cómo se genera una política transnacional para combatirlos,  porque el crimen se ha vuelto transnacional. Vinieron a instalarse en nuestra zona y ahora se movieron  a Sudamérica.

¿Cómo ve usted y cómo proyecta El Salvador en el mediano plazo?

Es que ya no lo sueño,  ya lo estoy viendo. Tenemos un país que está cambiando de rostro. Es un país al que le está volviendo la alegría a las comunidades. Antes veías la expresión de la gente triste,  porque le habían violado a su hija, le habían secuestrado al hijo. Había tenido que pagar la renta de su pequeño negocio;  le habían asesinado a un pariente;  es decir la violencia había cooptado la alegría en nuestro pueblo.  Ahora tú ves cómo los parques se han recuperado;  los espacios públicos están volviendo a ser del pueblo salvadoreño, como debe ser.