Gran impacto en el mundo entero causó la muerte de la reina Isabel II, quien falleció el pasado jueves 8 de septiembre a sus 96 años.
La monarca se desempeñó en su cargo por 70 años y 214 días, logrando así un récord en la historia británica.
Pero, ¿qué atribuciones tenía la reina y qué tan seguido las ejercía? Según explicó Vicente Alti Hochstetter, máster en Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), la monarca podía ejercer la dimensión del poder de dos maneras: a través del softpower y del hardpower.
“Mientras el primero actúa sobre la capacidad personal de persuasión, la segunda se refiere al poder coercitivo concreto y no hay duda que la reina Isabel II contaba con las dos”, sostuvo el exdirector de ProChile Valparaíso en conversación con 24Horas.cl.
En este sentido, detalló que “dentro de las atribuciones persuasivas de la corona, se encuentra el dar consejo y el gran poder que supone entregar señales a través de gestos sutiles, como el tiempo dedicado a sus reuniones con representantes del ejecutivo”.
Por otra parte, dentro del hardpower, “existe una larga lista de lo que suponen los ‘poderes de prerrogativa soberana’, entre los que encuentra la nominación del primer ministro o la disolución del Parlamento”.
“Es cierto que sus atribuciones han sido delegadas en gran parte a los ministros de Gobierno, pero eso no significa que deje de poseerlas”, puntualizó Alti Hochstetter, quien agregó que “quizás para nuestra historia política democrática pueda ser extraño, pero los británicos son respetuosos por el ‘forbearance’, lo que se traduce algo así como ‘abstenerse de ejercer el poder propio’. La corona británica tiene mucho poder que no ejerce en mucho tiempo, lo que en parte es una señal de una democracia sana”.
Según aclaró el máster en Relaciones Internacionales, “al igual que los ejércitos, las acusaciones constitucionales o los estados de emergencia, existen interruptores institucionales que es bueno que existan y que a veces es bueno no tener que utilizar en su plenitud”.
“La prerrogativa soberana es una buena forma de mostrar que la tranquilidad del país puede descansar en un organismo superior y ordenado que trasciende cualquier gobierno temporal”, concluyó explicando Vicente Alti Hochstetter, quien actualmente cursa un máster de Políticas Públicas de London School of Economics (LSE).