Con la llegada del calor, muchos chilenos buscan retomar la actividad física al aire libre, ya sea para mantener la salud, bajar de peso o prepararse para competencias deportivas. Sin embargo hacerlo sin preparación adecuada, sin respetar los horarios de menor exposición solar o sin un plan de entrenamiento, puede ser peligroso. Así lo advierten especialistas en medicina deportiva y cardiología, quienes llaman a tomar medidas preventivas para reducir riesgos graves durante el verano.
“El ejercicio en condiciones de calor extremo aumenta el riesgo de deshidratación, alteración de electrolitos y estrés cardiovascular. Si no se toman las precauciones necesarias, incluso puede desencadenarse un golpe de calor”, explica el doctor Gonzalo Martínez, especialista en medicina deportiva de Clínica Revitamed.
El profesional aclara que los síntomas de agotamiento por calor incluyen fatiga, mareos, cefalea, náuseas y malestar general, pero que la persona mantiene un estado neurológico normal. Por el contrario, un golpe de calor se manifiesta con temperatura corporal superior a los 40 grados y puede afectar el sistema nervioso, provocando desorientación, confusión, convulsiones o pérdida de conciencia.
“Si se presentan señales de alarma durante el entrenamiento, lo recomendable es detener la actividad, hidratarse con líquidos fríos, buscar sombra y descansar”, agrega.
Respecto a los horarios de entrenamiento, el especialista indica que antes de las 10:00 y después de las 18:00 horas son las ventanas más seguras para ejercitarse al aire libre. Por el contrario, entre las 12:00 y 16:00 horas el riesgo aumenta debido a la intensidad del sol y las altas temperaturas. También recomienda usar ropa liviana, de secado rápido, con filtro solar, y aclimatar el cuerpo de manera progresiva al calor durante las sesiones de entrenamiento.
Desde la perspectiva cardiológica, los riesgos se amplifican si el ejercicio intenso se realiza sin preparación o tras largos periodos de inactividad. “El entrenamiento de alto rendimiento requiere planificación, nutrición y evaluación médica. Iniciar un programa intenso sin preparación puede provocar arritmias, infartos o incluso muerte súbita”, señala el doctor Fernando Sánchez, cardiólogo de Clínica Pericardio.
El especialista explica que la llamada “muerte súbita” durante el ejercicio se produce generalmente en personas con patologías cardíacas no diagnosticadas, como miocardiopatías, arritmias o enfermedad coronaria. Aunque en la población sana la probabilidad de un evento cardíaco es baja, los riesgos aumentan con la intensidad del ejercicio, la edad, el historial médico y la presencia de factores de riesgo no detectados.
“En Chile, el infarto agudo al miocardio sigue siendo la principal causa de muerte, y muchas de esas muertes ocurren de manera súbita. Por eso es fundamental realizar chequeos preventivos antes de iniciar o retomar cualquier rutina de ejercicio intensa”, enfatiza.
Entre los síntomas que deben alertar sobre un posible riesgo cardiovascular previo a la actividad física, se incluyen dolor o presión en el pecho, palpitaciones, mareos, desmayos, dificultad respiratoria o fatiga inusual. Además, antecedentes familiares de enfermedades cardíacas, hipertensión, colesterol alto, diabetes, obesidad o tabaquismo elevan significativamente el riesgo.
El cardiólogo también destaca la importancia de contar con desfibriladores externos automáticos (DEA) en espacios públicos y recintos deportivos. “Estos dispositivos son fáciles de usar, incluso por personas sin formación médica, y aumentan considerablemente las posibilidades de sobrevivir ante un paro cardíaco. La rapidez de acción es clave, ya que la probabilidad de supervivencia disminuye aproximadamente un 10% por cada minuto que pasa sin atención”, explica el Dr. Sanchez.
Ambos expertos coinciden en que el ejercicio regular y planificado es fundamental para la salud, pero debe realizarse con precaución. Las recomendaciones incluyen:
- Evaluación médica previa, incluyendo electrocardiograma, prueba de esfuerzo y análisis de laboratorio según corresponda.
- Hidratación frecuente, cada 15-20 minutos en sesiones intensas o prolongadas.
- Selección de horarios adecuados y ropa liviana con protección solar.
- Progresión gradual en intensidad y duración, evitando esfuerzos máximos en los primeros días.
- Atención a las señales del cuerpo: mareos, fatiga excesiva, cefalea intensa o malestar general son alerta para detener la actividad.
“Escuchar al cuerpo, hidratarse correctamente y mantener controles médicos periódicos permite disfrutar del deporte de manera segura y efectiva, reduciendo riesgos que pueden ser graves o incluso fatales”, concluyen.