Click acá para ir directamente al contenido

Macabros: científico resucitaba animales pero no lo dejaron experimentar con humanos

Robert E. Cornish saltó a la fama tras someter a los canes a pruebas poco ortodoxas para devolverlos a la vida,

24horas.cl

Jueves 22 de diciembre de 2022

Uno de los anhelos más grandes del ser humano es la inmortalidad. Por lo menos así lo ha retratado la literatura desde hace cientos de años, y hubo un hombre en la década de los 30' que creyó estar cerca de alcanzarla: el científico Robert E. Cornish.

Cornish era una de las mentes más prometedoras de su época tras ser calificado como un niño prodigio en su colegio. Se graduó a los 15 años y ya para los 19 se había graduado en Biología de la Universidad de Berkeley. Tres años más tarde obtuvo un doctorado.

Gracias a esta fama en el mundo de la ciencia, rápidamente fue contratado como investigador en la los laboratorios de su casa de estudios, desarrollando experimentos calificados como 'poco ortodoxos'.

Ya en 1931 y con una serie de extraños experimentos a su haber, Cornish comenzó con su mayor proyecto hasta la fecha, buscar la forma de resucitar a los muertos, en lo que denominó el 'Proyecto Lázaro'.

PROYECTO LÁZARO

El científico utilizó a tres perros en sus primeras pruebas, a los que les inyectó éter (como anestesia) para que los animales murieran clínicamente y así poner en marcha su teoría.

Según el biólogo, si se balanceaban los restos ser fallecido de arriba a abajo como en un columpio en repetidas ocasiones, además de inyectarle sangre, anticoagulantes y oxígeno, podrían reactivarse los sistemas del cuerpo inerte.

En estos tres primeros expermientos fracasó.

Sin embargo, en las dos siguientes pruebas, Cornish logró que los canes volvieran a la vida y sobrevivieran durante meses.

Es necesario precisar que debido a su método poco ortodoxo los animales vivían pero resultaron con importantes daños cerebrales, alteraciones nerviosas severas, motricidad desequilibrada y ceguera.

'ÉXITO' DEL EXPERIMENTO SE HACE PÚBLICO

Debido a que el científico consiguió que los perros volvieran a la vida, los medios de la época, como el New York Times, calificaron en 1935 esto como un "éxito" que "sorprendió a la comunidad científica", y que contaba con "resultados aún más prometedores".

Por otro lado, la revista científica Modern Mechanix publicó que los animales resucitados habían estado muertos alrededor de una hora y media, y que con el experimento de Cornish lograron volver a la vida.

Debido a todo el revuelo causado por sus experimentos, la universidad decidió cancelar el Proyecto Lázaro por el trato al que se sometían a los perros con los que se experimentaba.

PRUEBAS EN HUMANOS

Una década después de que fuera cancelada la investigación, Cornish decidió llevar estos métodos de resucitación a los seres humanos, pero para esto necesitaba un voluntario.

No fue hasta 1947 que logró encontrar a una persona dispuesta a someterse al experimento. Se trataba de Thomas McMonigue, un asesino de niños condenado a pena de muerte, quien aseguraba que si resultaba este método podría ocuparse para salvar innumerables vidas de personas inocentes.

A pesar de la disposición y los intentos del académico, las autoridades penitenciarias de San Quintín declinaron el permiso a Cornish para manipular el cuerpo del criminal luego de ser ejecutado en una cámara de gas. 

Esto debido a que argumentaban que si el científico tenía éxito y McMonigle volvía a la vida podría salir libre al ya haber cumplido la condena impuesta por las autoridades del estado de California.

Tras una fuerte presión mediática, el investigador abandonó el proyecto y se enfocó en estudiar el cerebro, falleciendo el 6 de marzo de 1963 por causas naturales.