Bolivia alberga el mayor conjunto de huellas de dinosaurios jamás registrado, con más de 16.600 rastros de terópodos descubiertos en el Parque Nacional Toro Toro, en el altiplano central del país. El hallazgo, publicado en la revista científica PLOS One, permite reconstruir el paso de dinosaurios gigantes y pequeños por una antigua ruta natural que, hace unos 66 millones de años, habría conectado lo que hoy es Perú con Argentina.
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El estudio fue liderado por un equipo internacional de paleontólogos, principalmente de la Universidad Loma Linda (Estados Unidos), tras seis años de trabajo de campo sistemático. Según los investigadores, no existe otro sitio en el mundo con una concentración tan alta de huellas pertenecientes a dinosaurios terópodos.

16.600 huellas de terópodos: un récord paleontológico mundial
Las huellas corresponden a dinosaurios bípedos carnívoros, con tamaños muy variados. El análisis reveló que por esta región caminaron desde enormes ejemplares de hasta 10 metros de longitud, hasta terópodos diminutos, de apenas 32 centímetros de altura a la cadera, similares al tamaño de un pollo actual.
Además, los científicos identificaron 1.378 rastros de natación, lo que sugiere que algunos dinosaurios intentaron desplazarse en un antiguo lago o sistema fluvial, arañando el fondo lodoso antes de que el aumento del nivel del agua sellara las huellas y permitiera su extraordinaria conservación.
“La preservación de muchas huellas es excepcional y el número registrado no tiene precedentes”, afirmó el paleontólogo Richard Butler, de la Universidad de Birmingham, quien no participó en la investigación. Para los expertos, este sitio ofrece una ventana única al comportamiento cotidiano de los dinosaurios al final del Cretácico, poco antes de su extinción masiva.
Una autopista de dinosaurios que cruzó Sudamérica
El patrón y la disposición de las huellas, todas halladas en una misma capa de sedimento, sugieren que la zona no fue un asentamiento permanente, sino una especie de “autopista prehistórica” utilizada por distintos grupos de dinosaurios en desplazamiento.

Según el equipo investigador, esta ruta habría bordeado un gran lago de agua dulce, extendiéndose desde el sur de Perú hasta el noroeste de Argentina. Las huellas permiten inferir comportamientos imposibles de detectar con fósiles óseos, como velocidad de marcha, detenciones, cambios de dirección e incluso movimientos en grupo.
“Las huellas revelan lo que los esqueletos no pueden”, explicó Anthony Romilio, paleontólogo de la Universidad de Queensland. “Nos entregan una instantánea directa de cómo se movían estos animales”.
Amenazas humanas a un patrimonio paleontológico irrepetible
Pese a haber sobrevivido millones de años, este patrimonio enfrenta amenazas recientes de origen humano. Durante décadas, las mesetas con huellas fueron utilizadas para actividades agrícolas y canteras de extracción de caliza. Más recientemente, obras viales estuvieron a punto de destruir sectores clave del yacimiento, hasta que intervino la administración del parque nacional.
Los investigadores advierten que la protección efectiva del sitio es urgente, ya que la pérdida de huellas sería irreversible. Paradójicamente, a pesar de la enorme cantidad de rastros, casi no se han encontrado huesos, dientes o huevos de dinosaurios, lo que refuerza la hipótesis de que se trató de una vía de tránsito más que de un hábitat permanente.
Un laboratorio natural para futuras investigaciones
El equipo científico sostiene que Toro Toro aún guarda muchos secretos por revelar. Nuevas exploraciones en los bordes del área estudiada podrían aumentar aún más el número de huellas documentadas, consolidando a Bolivia como un punto clave para la paleontología mundial.
“Sospechamos que este trabajo continuará por años”, afirmó el investigador Roberto Biaggi, coautor del estudio. “Todavía queda mucho por descubrir”.