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Ciencia

Educación en la era de la IA: nuestro cerebro entre luces y sombras

En esta tercera jornada de Congreso Futuro, Florencia Álamos, destacada neurocientista nacional, reflexionó sobre el crecimiento de los niños y el desarrollo cerebral en esta era llena de tecnologías. Todo en una charla que mezcló ciencia, tecnología y los desafíos de este nuevo mundo.

Vicente Barraza

- TVN

Miércoles 17 de enero de 2024

Un tercer día cargado de nuevas charlas y reflexiones en torno a la inteligencia artificial nos ofreció Congreso Futuro 2024 desde el Centro Cultural CEINA. De ellas, y particularmente del bloque "REAPRENDIZAJE EN LA TRANSICIÓN DIGITAL", destacó la de Florencia Álamos, médica y doctora en Neurociencia UC. 

La destacada carrera de neurocientista de Álamos

Álamos también es coordinadora de la mesa Educación del Futuro perteneciente al Senado de Chile. Además, entre sus logros destacan haber formado la Fundación Ciencia Impacta, organización que durante cuatro años se ha dedicado a acercar la ciencia a las personas a través de proyectos de divulgación y educación, como Expertamente y Cerebro sin Filtro; y desempeñarse como directora ejecutiva y cofundadora de la Fundación Kiri.

Además, la experta ha recibido importantes condecoraciones, como el Premio 100 Mujeres Líderes de Chile en 2020, el Premio Excelencia Tesis Doctoral de la Pontificia Universidad Católica de Chile en 2021 y el Premio Competitividad Global Liderazgo de la Universidad de Georgetown en 2020.

Educación en la era de la IA: nuestro cerebro entre luces y sombras

Importantes logros, que demuestran el amplio conocimiento que tiene la experta en el entendimiento del cerebro humano, particularmente en su etapa de desarrollo infantil, tema del que justamente habló este miércoles 17 en el Centro Cultural CEINA. Una charla que inició explicando cómo la IA puede cambiar nuestro cerebro durante su proceso de aprendizaje.

Para lo anterior, Álamos comenzó refiriéndose a dos objetos, que en primera instancia no parecen tener nada en común con las neurociencias, pero que en realidad "lo tienen todo". La imprenta y el bikini

Imprenta y bikini

A todos nos gusta aprender y, hoy en día, parece razonable compartir ese aprendizaje, pero antes, en el siglo XV, no lo era. En 1440, cuando apareció la imprenta, hubo muchos detractores de la idea de compartir los saberes y transmitirlos a través de transcritos a las futuras generaciones. Aun así, el paso del tiempo convirtió la idea de compartir los conocimientos en una noble, por ello la imprenta y los libros se fueron masificando. 

Más de 500 años después, en 1946, en una piscina de París apareció el primer bikini. Nuevamente, un invento controversial que generó fuertes opositores y defensores. Una vez más nació el conflicto, el debate y el miedo a lo nuevo. Para Álamos, "las nuevas tecnologías son iguales". 

"Ante lo nuevo, solemos sentir desconfianza y temor, más aún si nos enfocamos en el espacio educativo. Pues un cambio sutil, puede implicar transformaciones importantes (...). De hecho, son justamente estas experiencias sutiles que ocurren durante nuestra niñez, las que van modelando poco a poco nuestro cerebro", explicó la neurocientista. 

El cerebro humano en la niñez

En nuestro cerebro tenemos cerca de 86 millones de neuronas al momento de nacer, las cuales, mientras vamos creciendo, van formando redes y circuitos, los que son especialmente importantes cuando somos niños. Lo anterior, debido a que es en esta etapa que estas conexiones agarran su máximo potencial

A través del tiempo, las conexiones van siendo menos, pero nunca dejan de generarse, tal como explica el gráfico presentado por Álamos en su presentación, por ello y según la experta: "Somos eternos aprendices, pero nunca lo seremos con tanta facilidad como cuando somos niños". Por otra parte, y sobre este aprendizaje, podemos decir que depende de dos aspectos: la genética y las experiencias en la infancia.

La nueva era de la IA

"Hoy vivimos en un mundo de cambio frenético", señaló Álamos, tenemos computadores en nuestros bolsillos. Podemos pedirle a nuestro celular que diseñe nuestras semanas, que haga nuestras compras, que mande nuestros mensajes... Las cosas no son iguales a como eran antes y se hace necesario preguntarse: "¿De qué forma las experiencias de esta era afectan nuestro desarrollo neurológico?".

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La respuesta no es clara, principalmente porque las variables son infinitas y podemos suponer casos poco frecuentes, como el crecer con lentes de realidad virtual con el cuerpo de otra persona, quizás el de algún genio del pasado, como Albert Einstein. ¿Podríamos aumentar el coeficiente intelectual de un niño así, qué pasa si lo ponemos en el cuerpo de un dictador y si lo ponemos el cuerpo de algún famoso cómo Shakira?

Red defecto

Tenemos las preguntas, pero no poseemos las respuestas. Lo que sí se sabe, es que el consumo de estas tecnologías desde temprana edad significa el dejar de hacer otras cosas. Algo que Álamos ve reflejado en su hija, con cuál hizo un interesante ejercicio, estimó cuanto tiempo gastará su hija, que actualmente tiene 4 años, detrás de la pantalla de un celular en su vida.

Considerando un uso diario de celular de 5 horas, que hay un tiempo estimado de vida de 70 años y pensando que, en promedio en Chile, los niños suelen tener su primer dispositivo móvil a los 11 años; uno podría estimar que antes de morir la hija de Florencia estará 8 millones 124 mil 900 minutos, 5 mil 642 días o 15 años en la mirando la pantalla de un celular. 15 años de su vida detrás de una pantalla, más tiempo en el celular que en el sistema educativo. 

Tiempo en que no se duerme, no se hace ejercicio, no se está con los amigos o en la naturaleza. Actividades importantes para la red por defecto, el sistema nervioso que hace que aparezca la creatividad. Pero este no es un discurso en contra de las tecnologías, de hecho, el buen uso de las herramientas tecnológicas hace de la educación una más precisa, nos adapta a distintos contextos, nos conecta, etc.

Estamos sumergidos en esta experiencia tecnologica que tiene el poder de cambiarnos para bien o para mal. Es nuestro deber, según dice Álamos, transformar estas herramientas en unas que sean beneficiosas para el desarrollo humano.

"No sabemos habitar este mundo. Pero tenemos generaciones que son nativas que si lo saben. Tenemos al frente nuestro a los que (si les damos las herramientas adecuadas) nos enseñarán como hacerlo", concluyó la neurocientista nacional.