Durante su participación en el Festival Puerto de Ideas Valparaíso 2025, la filósofa y periodista alemana Carolin Emcke, autora de "Contra el odio" y "Lo que es verdad", reflexionó sobre los mecanismos políticos y emocionales del odio, su expansión global y la urgencia de construir solidaridades frente a la exclusión.
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La actividad, titulada “Cuando el odio se vuelve costumbre”, se desarrolló en el Centro de Extensión DUOC UC de Valparaíso. En un monólogo lúcido y directo, Emcke exploró cómo el resentimiento, la rabia social y los discursos autoritarios se han convertido en herramientas de manipulación política y emocional.

“El odio no es un sentimiento espontáneo. Es dirigido, cultivado y amplificado por actores que saben cómo explotarlo: políticos, medios, influencers. Son los profetas del odio”, afirmó.
El odio como espectáculo y estrategia política
Emcke señaló que el odio contemporáneo ya no se esconde, sino que se exhibe “con orgullo” a través del racismo, la misoginia, la homofobia y el desprecio por las minorías. En su análisis, figuras como Donald Trump, Jair Bolsonaro y Javier Milei representan una nueva forma de populismo autoritario que transforma la ira colectiva en espectáculo político.
“Estos líderes no buscan soluciones, sino exagerar los problemas para mantener a sus seguidores en un estado constante de resentimiento”, explicó.
La filósofa advirtió que estos discursos no surgen de la nada, señalando que el odio se nutre de la soledad, del miedo y de la sensación de pérdida. Cuando esas emociones son manipuladas para justificar la exclusión y la violencia, se vuelven peligrosas.
Los algoritmos del odio
Otro de los temas abordados fue el papel de las redes sociales en la propagación del odio. Según Emcke, los algoritmos amplifican los mensajes más extremos, creando burbujas de resentimiento que refuerzan visiones binarias del mundo.
“El odio hoy circula por canales invisibles, pero muy efectivos. Los algoritmos producen y condicionan nuestras emociones”, señaló.
También hizo un llamado a revisar las estructuras culturales que permiten la violencia, recordando que esta no surge de manera aislada: “Las mujeres no son asesinadas por casualidad. Hay todo un entramado cultural, familia, escuela, religión, medios; que normaliza esa violencia”.

Resistir desde la alegría y la empatía
Emcke propuso una forma de resistencia que no se base en la ira, sino en el compromiso ético y la alegría democrática.
“La democracia se defiende con alegría y convicción. No basta con denunciar el odio, hay que contar historias de felicidad y de esperanza”, afirmó.
En su reflexión final, advirtió sobre los riesgos de la polarización política y el desprecio social en América Latina. Agregando que Chile debe estar atento a las señales de sus países vecinos. El autoritarismo siempre se disfraza de sentido común.