Un reciente estudio del Instituto Milenio SECOS y la Universidad Católica del Norte reveló que el chorito chileno (Mytilus chilensis) posee una alta diversidad genética, lo que le daría una gran capacidad para adaptarse a cambios ambientales como el cambio climático. Además, los investigadores encontraron que el éxito reproductivo de esta especie varía entre años, lo que explicaría las fluctuaciones en la disponibilidad de semillas esenciales para su cultivo.
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Un molusco clave en los ecosistemas del sur de Chile
El chorito chileno, también conocido como chorito quilmahue, es un molusco endémico de gran importancia socioecológica, presente desde el sur del Biobío hasta Punta Arenas. Sus bancos naturales de juveniles y adultos, ubicados entre los 10 y 25 metros de profundidad, generan larvas o “semillas” que flotan durante más de dos semanas en la columna de agua antes de asentarse.
Hoy, el chorito es uno de los moluscos más cultivados en el Pacífico Sur. Aunque las poblaciones naturales aportan menos del 1% a los desembarques, la mitilicultura, su cultivo en estructuras flotantes; depende completamente de las semillas que proveen estos bancos.
Lo que reveló la investigación
El estudio se enfocó en seis bancos naturales ubicados entre Mehuín (Región de Los Ríos) y Yaldad (Chiloé), zonas donde se concentra más del 60% de la actividad mitilicultora. Durante cuatro años consecutivos, los investigadores analizaron cerca de 750 ejemplares usando marcadores genéticos mitocondriales y nucleares.
Los resultados fueron claros: todos los sitios presentaban una alta diversidad genética, distribuida de forma homogénea. Esto es una excelente noticia, ya que una alta diversidad genética permite una mejor adaptación a factores como la acidificación del océano o el aumento de temperatura.
“Las poblaciones con baja diversidad genética son más vulnerables. En cambio, una alta diversidad proporciona la materia prima para que las especies se adapten”, explicó Pilar Haye, autora principal del estudio en un comunicado.
Variación genética año a año
Una de las principales novedades fue que, aunque no hubo diferencias significativas entre los bancos, sí se observó una variación genética leve pero significativa en el tiempo. Esto sugiere que el éxito reproductivo del chorito no es constante, lo que coincide con lo que han reportado mitilicultores de la zona: hay años con mayor escasez de semillas que otros.
“Agregar una dimensión temporal a los estudios genéticos nos entrega una visión mucho más completa de lo que ocurre en estas poblaciones”, señaló Nicolás Segovia, coautor del estudio.
Implicancias para la mitilicultura
Conocer la estructura genética temporal y espacial de las poblaciones de chorito es clave para entender su dinámica poblacional y garantizar la sustentabilidad de la mitilicultura, una actividad vital para las comunidades del sur de Chile.
Este estudio, publicado en la revista Heredity, se enmarca en una línea de trabajo colaborativo entre la UCN y el Instituto Milenio SECOS. Sus conclusiones podrían contribuir directamente a una mejor gestión de los bancos naturales, fuente de vida y trabajo para cientos de familias chilenas.