Una innovadora tecnología desarrollada por la Universidad Técnica Federico Santa María (USM) busca darle un nuevo destino a uno de los residuos más contaminantes y complejos de manejar: los cigarrillos ilegales decomisados. A través de un consorcio microbiano, un equipo liderado por la investigadora Marcela Carvajal está transformando estos productos en una solución ecológica y sostenible.
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De la contaminación a la innovación
El proyecto, que nació como una línea de investigación para remediar suelos agrícolas degradados, evolucionó hacia una propuesta con alto impacto ambiental. Utilizando cepas microbianas nativas, bacterias y hongos recolectados desde suelos, aguas y desechos; el equipo logró identificar especies con una alta capacidad de degradar celulosa y plásticos, abriendo así la posibilidad de tratar materiales más complejos como los cigarrillos.
“Nos dimos cuenta de que lo que aprendimos al degradar textiles podía aplicarse a un residuo incluso más problemático: los cigarrillos. Esto abre la puerta a un enfoque de economía circular que permite transformar basura en valor”, explica la doctora Carvajal.
Un problema país
Se estima que el 50% del mercado chileno de cigarrillos es ilegal, lo que representa no solo una amenaza a la salud pública, sino también un gran desafío para su eliminación. Estos productos no pueden incinerarse ni enterrarse fácilmente debido a su alta toxicidad y a la posibilidad de contaminación secundaria. Peor aún, algunos han terminado nuevamente en el mercado tras ser recuperados por redes delictuales.
Ante esta situación, el Servicio Nacional de Aduanas se sumó al proyecto aportando muestras decomisadas. El vínculo surgió luego de que la investigadora presentara avances en degradación textil, despertando el interés inmediato de la institución.
Bacterias que combaten el crimen (ambiental)
El equipo trabaja en el diseño de un bioproducto líquido o en polvo que pueda atacar los distintos componentes del cigarrillo: celulosa, filtros de acetato, trazas de PET, metales pesados y nicotina. Aunque no todo el residuo es biodegradable, el enfoque busca reducir volumen y valorar materiales reciclables para evitar su acumulación en vertederos.
“Incluso una reducción del 20% del volumen tendría un impacto relevante. Vertederos como El Molle podrían saturarse en menos de cinco años si no actuamos”, advierte la investigadora.
Ciencia aplicada para soluciones reales
La experiencia acumulada por el equipo en otros proyectos de biotecnología, como el desarrollo de un bioproducto para inmovilizar metales pesados (Premio Avonni 2023), ha sido clave para avanzar en esta nueva línea. “La sinergia tecnológica es nuestra fortaleza”, comenta Carvajal.
Además de su impacto ambiental, esta tecnología tiene un valor estratégico: impide que los productos incautados vuelvan al mercado negro. El objetivo es que la solución esté disponible tanto para Aduanas como para empresas gestoras de residuos difíciles de manejar.
Próximos pasos
Actualmente, el proyecto cuenta con financiamiento de Ciencia e Innovación 2030 y se proyecta buscar fondos externos para escalar la producción del bioproducto y validar su funcionamiento en entornos semi-industriales.
“Ya tenemos resultados preliminares muy prometedores. Queremos seguir avanzando con Aduanas y con otras instituciones que enfrentan desafíos similares”, concluye la doctora Carvajal.