En lo alto de Reñaca Alto, en el sector La Jarilla de Viña del Mar, se escondía un centro recreacional que parecía sacado de un catálogo turístico: piscina, canchas deportivas e incluso un avión acondicionado como parte del atractivo. Pero detrás del ostentoso recinto -conocido como El Avión- funcionaba un millonario fraude eléctrico que estuvo activo por cuatro años sin ser detectado.
Fue una inspección de la Policía de Investigaciones y de técnicos de Chilquinta lo que terminó de confirmar el delito que se estaba cometiendo. El lugar operaba con conexiones eléctricas hechizas, extendidas por unos 320 metros de cable desde un medidor ajeno, poste tras poste, hasta el interior del recinto. Nada de eso cumplía la normativa.
Según autoridades, el centro de eventos pertenecía al futbolista de Santiago Wanders, Luis Miguel Margas, de 19 años, hijo del exseleccionado chileno y empresario hotelero Javier Margas.

Pese a su funcionamiento permanente -incluidas fiestas nocturnas, iluminación abundante y consumo intensivo de energía-, el recinto nunca fue cliente de Chilquinta, por lo que no pagó un solo peso por el suministro.
Para operar legalmente, se requiere ser usuario regulado, contar con instalaciones certificadas y entregar todos los permisos a la autoridad. Por el contrario, los inspectores encontraron un medidor falso y cables fuera de norma, instalados sin protocolos de seguridad ni aislamiento, generando un riesgo permanente de incendio.
El daño económico que generó resort "El Avión"
El recinto debió haber pagado, como mínimo, 2 millones de pesos mensuales. Durante cuatro años, eso se traduce en un ahorro indebido de unos 120 millones de pesos.
El Ministerio de Energía remarcó que aquí se cometieron al menos dos delitos: robo de electricidad y creación de instalaciones peligrosas.
Pese a los intentos, no fue posible obtener una versión de la familia Margas.