Una reciente investigación encendió las alarmas en el Reino Unido: se detectaron altos niveles de glifosato, un pesticida ligado al cáncer, en tampones de venta libre. El hallazgo fue realizado por Pesticide Action Network UK, la Women’s Environmental Network y la Pesticide Collaboration, quienes analizaron productos de distintas marcas populares.
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¿Qué encontraron?
El informe reveló que uno de los tampones analizados contenía 0,004 mg/kg de glifosato, un nivel 40 veces superior al permitido en el agua potable (0,0001 mg/kg, según la regulación del Reino Unido y la UE).
El glifosato es el herbicida más utilizado del mundo y ha sido clasificado por la Organización Mundial de la Salud como “probablemente cancerígeno para los humanos”. Además, ha sido vinculado a enfermedades neurológicas como el Parkinson, y nuevas investigaciones lo asocian a otros riesgos para la salud.
¿Por qué es tan grave?
A diferencia de otros productos, los químicos presentes en tampones tienen un acceso directo al torrente sanguíneo, ya que se absorben por la mucosa vaginal, saltándose los mecanismos naturales de desintoxicación del cuerpo. Esto implica que incluso trazas mínimas pueden tener un impacto relevante en la salud.
“Si este nivel de glifosato no es seguro para el agua, ¿por qué lo permitimos en nuestros productos menstruales?”, cuestionó Amy Heley, de la Pesticide Collaboration según The Guardian.
El origen del problema
El algodón, ingrediente principal de muchos tampones, se cultiva con el uso intensivo de pesticidas. En el análisis también se detectó AMPA, un subproducto de la descomposición del glifosato. Esta planta es una de las más dependientes de agroquímicos del mundo: se utilizan hasta 300 pesticidas distintos en su cultivo global.
“Nos sorprendió encontrar glifosato en tampones a la venta. No deberíamos tener que preocuparnos por este tipo de químicos en productos tan íntimos”, afirmó Josie Cohen, directora interina de PAN UK según The Guardian.
Falta de regulación
El informe critica que el gobierno británico no tenga planes para abordar este problema, pese a que estudios anteriores ya habían encontrado metales pesados como plomo y arsénico en tampones.
Los investigadores proponen un sistema regulatorio que exija pruebas de ausencia de pesticidas en todos los productos de higiene menstrual.