Un equipo liderado por la Dra. Beatriz Díez, investigadora de la Universidad Mayor y del Instituto Milenio CRG, identificó más de 2.400 nuevos genomas virales en la Antártica, incluyendo virus gigantes y bacteriófagos. El hallazgo, realizado en bahía Chile, demuestra que los virus marinos juegan un rol clave en la cadena trófica polar, y su equilibrio podría verse amenazado por el cambio climático.
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“Estos hallazgos son clave para comprender cómo el cambio climático podría afectar uno de los ecosistemas más frágiles y fundamentales del planeta”, explicó la Dra. Díez.
La investigación, desarrollada en el marco del Programa Nacional de Ciencia Antártica (PROCIEN) y organizada por el INACH, aporta nueva evidencia sobre cómo estos virus regulan los ciclos de nutrientes, influyendo en toda la red alimentaria que sustenta al kril, peces, aves y mamíferos marinos como ballenas y focas.
Diversidad viral nunca antes vista
Gracias a un trabajo metagenómico pionero, se logró identificar más de 2.400 nuevos virus en el océano Austral, muchos de los cuales tienen adaptaciones únicas para sobrevivir en temperaturas bajo cero.
Entre los hallazgos destacan:
- Presencia de proteínas virales adaptadas al frío extremo.
- Capacidad de los virus para facilitar la transferencia horizontal de genes, promoviendo la adaptación microbiana.
- Impacto directo en fitoplancton y bacterioplancton, base de la cadena trófica antártica.
“El plancton es la base de la cadena alimentaria, pero su relación con los virus es lo que realmente determina la salud y estabilidad del ecosistema”, enfatizó Díez.
Cambio climático y desequilibrio ecológico
El equipo advirtió que el calentamiento global ya está modificando la composición del fitoplancton en la península Antártica, una de las zonas que más rápido se calienta en el planeta. Esta alteración amenaza con afectar a toda la fauna que depende de estas microalgas.
Además, este avance fortalece el rol del Observatorio Marino de Bahía Chile como un centro clave para anticipar el impacto del cambio climático en la regulación del clima global. La Antártica absorbe cerca del 20% del CO₂ del planeta, y su microbioma marino es crucial en este proceso.
“Conocer y proteger la biodiversidad microbiana es fundamental para el futuro del equilibrio climático del planeta”, concluye Díez.