Durante siglos, los alquimistas buscaron la fórmula para convertir metales comunes en oro. Hoy, gracias a la física de partículas, ese antiguo anhelo se ha hecho realidad (aunque solo por una fracción de segundo). En el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN, científicos lograron transmutar núcleos de plomo en núcleos de oro, reviviendo la mítica crisopea, pero en el nivel subatómico.
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Según explicó el Centro Europeo de Física de Partículas, el fenómeno se produjo al hacer colisionar núcleos de plomo a velocidades cercanas a la luz, generando fotones de alta energía que, al interactuar con los núcleos, pueden expulsar tres protones. Esto deja al núcleo con 79 protones, la cantidad exacta que define al oro en la tabla periódica.
“Técnicamente, el sueño de los alquimistas se ha cumplido. Pero sus esperanzas de riqueza se verían otra vez frustradas”, ironiza el CERN.
¿Cuánto oro se generó realmente?
El experimento, realizado en la zona ALICE del colisionador, permite la creación de hasta 89.000 núcleos de oro por segundo. Pero hay un detalle: ese oro existe solo durante una fracción minúscula de segundo, y en cantidades insignificantes.
Durante la segunda fase de funcionamiento del LHC (2015-2018), se estimó la creación de unos 86.000 millones de núcleos de oro, lo que equivale a apenas 29 billonésimas de gramo. En la actual fase, iniciada en 2022, esa cifra podría haberse duplicado, pero sigue estando en el escenario microscópico.
El objetivo, recalcan los investigadores, no es económico, sino experimental. La capacidad de observar estas transformaciones permite explorar fenómenos fundamentales de la materia y la energía.
Choques cuánticos y materia primordial
Curiosamente, esta transmutación no ocurre en las colisiones directas, sino cuando los núcleos de plomo se rozan, generando campos electromagnéticos intensos. Es ahí donde los fotones interactúan con los núcleos, permitiendo la conversión.
En colisiones más directas, en cambio, los núcleos pueden convertirse en plasma de quarks y gluones, un estado de materia que se cree existió una millonésima de segundo después del Big Bang.
Del mito a la física moderna
Entre los siglos II y XVIII, alquimistas de todo el mundo intentaron convertir plomo en oro, guiados por la idea de una “piedra filosofal”. Con el avance de la química, se comprendió que ambos son elementos distintos. Pero la llegada de la física nuclear volvió a abrir la puerta: bajo ciertas condiciones, los átomos pueden transmutarse en laboratorio.
Hoy, gracias al CERN, esa antigua búsqueda filosófica y espiritual ha encontrado su lugar en el mundo de la ciencia experimental.