El cambio climático no solo amenaza con subir el nivel del mar o alterar ecosistemas, sino que también podría encender la furia de los volcanes. Así lo indica un nuevo estudio internacional presentado en la conferencia de la Asociación Europea de Geoquímica en Praga, que alerta sobre el vínculo entre el deshielo de los glaciares y un aumento en la frecuencia y la violencia de las erupciones volcánicas.
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Chile bajo la lupa
La investigación se centró en seis volcanes de los Andes del sur de Chile, entre ellos el ahora inactivo volcán Mocho-Choshuenco. Usando técnicas como la datación por argón y el análisis de cristales en rocas volcánicas, los científicos exploraron cómo los avances y retrocesos de la capa de hielo en la Patagonia han influido en el comportamiento volcánico a lo largo de miles de años.
Durante la última glaciación, hace entre 26.000 y 18.000 años, el peso de las gruesas capas de hielo redujo el volumen de las erupciones y permitió que se acumulara magma rico en sílice a profundidades de entre 10 y 15 kilómetros bajo la superficie.
Pero cuando el hielo comenzó a derretirse, la pérdida repentina de peso hizo que la corteza se relajara y los gases del magma se expandieran, generando erupciones altamente explosivas.
“Los glaciares tienden a rebajar el volumen de las erupciones volcánicas, pero a medida que retroceden por el cambio climático, nuestro estudio indica que estos volcanes entran en erupción con mayor frecuencia y de forma más explosiva”, explicó Pablo Moreno-Yaeger, investigador de la Universidad de Wisconsin-Madison y uno de los autores del estudio.
Un fenómeno global
Aunque esta relación se estudió inicialmente en Islandia en los años setenta, ahora se reconoce que el fenómeno podría replicarse en muchas otras regiones con volcanes cubiertos de hielo, como la Antártida, América del Norte, Nueva Zelanda y Rusia.
“Pasar de una capa glacial gruesa a un grosor de hielo mucho menor libera presión y puede reactivar erupciones muy explosivas”, precisó Moreno-Yaeger.
A pesar de que la respuesta volcánica puede ser rápida en términos geológicos, los investigadores aclaran que los cambios en el sistema magmático ocurren durante siglos, dando tiempo para fortalecer sistemas de monitoreo y alerta temprana.
Consecuencias climáticas
El impacto de estas erupciones no se limita a las regiones volcánicas. A corto plazo, las erupciones liberan aerosoles que pueden reflejar la luz solar y enfriar el planeta, como ocurrió tras la erupción del Monte Pinatubo en 1991, que redujo las temperaturas globales en unos 0,5 °C.
No obstante, múltiples erupciones explosivas podrían generar el efecto contrario, liberando más gases de efecto invernadero y acelerando el calentamiento global.
“Esto crea un círculo vicioso en el que el deshielo de los glaciares provoca erupciones y estas, a su vez, podrían contribuir a un mayor calentamiento y deshielo”, advirtió Moreno-Yaeger.
El estudio, financiado por la Fundación Nacional para la Ciencia de Estados Unidos, busca ayudar a anticipar y gestionar los riesgos volcánicos en regiones glaciares. Una investigación que, además de mirar al pasado, proyecta un futuro donde la interacción entre hielo y fuego podría ser más intensa de lo que pensamos.