Por primera vez en la historia, un equipo internacional de investigadores logró observar en vida a la ballena de dientes ginkgo, una de las especies más raras y esquivas del planeta. El hallazgo ocurrió en junio de 2024 en la costa de Baja California, México, tras cinco años de búsqueda ininterrumpida.
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La misión se realizaba a bordo del buque de investigación Pacific Storm, donde científicos de Estados Unidos y México se preparaban para un nuevo día de trabajo cuando, desde el puente, llegó la alerta. Lo que en un inicio parecían ser jóvenes zífidos resultó ser un descubrimiento inédito.

Una muestra del tamaño de una goma de lápiz lo cambió todo
Tras horas de seguimiento, el investigador Robert Pitman, de la Universidad Estatal de Oregón, logró disparar una pequeña flecha de muestreo que extrajo un fragmento de piel del tamaño de una goma de lápiz. Ese diminuto trozo fue clave: los análisis confirmaron que el equipo había encontrado a la ballena de dientes ginkgo, una especie conocida sólo por ejemplares varados y jamás observada viva.
“Habíamos trabajado durante años por este momento. Cuando lo confirmamos, todos celebramos en el barco”, contó Elizabeth Henderson, investigadora del Naval Information Warfare Center y autora principal del estudio publicado en Marine Mammal Science.
Cinco años, tres barcos y un misterio acústico
Desde 2020, el equipo había rastreado un misterioso llamado submarino denominado BW43, que se creía pertenecía a la ballena de Perrin, otra especie que nunca ha sido vista en mar abierto. Durante tres años regresaron al mismo sitio, primero en un velero, luego en un bote pesquero, sin resultados.
El éxito llegó en 2024 gracias al uso combinado de hidrófonos, un sistema que escucha sonidos bajo el agua, y un puesto de observación con binoculares de largo alcance instalado en el Pacific Storm. Esa tecnología fue decisiva para ubicar a estos animales extremadamente esquivos.
Los gigantes invisibles del océano
Las ballenas picudas, o zífidos, son los mamíferos buceadores más profundos del planeta. Pasan la mayor parte de sus vidas en aguas abiertas, emergiendo sólo por minutos y evitando cualquier embarcación. De las 94 especies de cetáceos reconocidas, 24 son zífidos, y la mayoría sigue siendo prácticamente desconocida.
“Son los animales grandes menos conocidos del planeta”, afirma Pitman. Muchas especies han sido descritas sólo a partir de ejemplares varados, y otras aún no tienen registro visual.
Un descubrimiento que casi arruina un albatros
El momento del hallazgo estuvo a punto de frustrarse. Antes de que el equipo pudiera recuperar la flecha de muestreo, un albatros descendió sobre el agua e intentó robar el valioso fragmento de piel. En cuestión de segundos, los científicos lanzaron pan y gritaron para ahuyentar al ave.
“Ahora es divertido, pero en ese momento fue muy estresante”, recuerda Henderson.

México, un hogar inesperado
El hallazgo sorprendió a los investigadores. Hasta ahora, los registros de varamientos de esta especie provenían principalmente de Japón, lo que hacía pensar que vivían sólo en el Pacífico occidental. Sin embargo, tras analizar bases de datos acústicas, los científicos descubrieron que la llamada BW43 aparece de forma constante frente a California y el norte de Baja California.
Los pocos varamientos previos en la costa estadounidense, dos en total, fueron considerados anomalías. Hoy se sabe que no lo eran: la especie habita regularmente estas aguas.
El siguiente desafío científico
El descubrimiento también abre la puerta a nuevos enigmas. Muchos llamados submarinos aún no han sido atribuidos a ninguna especie, y varias ballenas picudas siguen sin un registro visual en mar abierto. El objetivo ahora es asociar vocalizaciones con especies, lo que permitirá mapear su distribución usando datos acústicos, la única forma efectiva de monitorear animales tan esquivos.
Pitman, quien ha visto 90 de las 94 especies de cetáceos del mundo, asegura que la ballena de Perrin podría ser el mayor desafío restante: existen seis varamientos registrados, todos altamente degradados.
“No sabemos dónde vive realmente. Ese será el próximo gran misterio por resolver”, afirma.