Más de 17 ballenas marcadas, abundancia inédita de krill y condiciones oceánicas únicas. Esos fueron algunos de los descubrimientos que dejó la primera etapa de una campaña científica en el Cañón Submarino Isla Chañaral, zona crítica del Archipiélago de Humboldt, donde convergen la vida, la ciencia y la conservación marina.
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La iniciativa, financiada por el Concurso ANID de Acceso a Embarcaciones, reunió a un equipo interdisciplinario de investigadoras e investigadores del COPAS Coastal, CEAZA, la Universidad del Bío-Bío, Universidad de Los Lagos, Universidad Católica del Norte y el Centro i~mar, entre otros.
“El terreno coincidió con un gran evento de alimentación. Llegaron muchas ballenas al cañón y se quedaron varios días”, explicó la Dra. Susannah Buchan, líder del proyecto.
Un festín submarino de krill y ballenas
Durante la campaña, los científicos detectaron enormes concentraciones de krill, pequeños crustáceos fundamentales para la cadena alimenticia marina.
“Encontramos tal cantidad de krill que no pudimos guardar toda la muestra”, relató la investigadora Macarena Díaz Astudillo, quien se especializa en el estudio de zooplancton. “Donde hay krill, hay grandes depredadores como las ballenas fin”.
Este hallazgo no solo permitió observar un "frenesí alimenticio" en plena acción, sino que también evidenció la importancia ecológica del Cañón Chañaral como una zona de alta productividad biológica, impulsada por la surgencia costera.
¿Qué es la surgencia y por qué importa?
El Dr. Gonzalo Saldías, del COPAS y la Universidad del Bío-Bío, explicó que la surgencia es un fenómeno donde aguas profundas ricas en nutrientes ascienden hacia la superficie, gracias a factores topográficos y al viento. Este “bombeo natural” transforma el cañón en un verdadero oasis marino.
“Nunca había visto tantas ballenas al mismo tiempo. El cañón genera condiciones únicas para su alimentación”, aseguró Saldías.
Tecnología y ciencia colaborativa
Durante los nueve días de navegación, el equipo utilizó herramientas como el Wire Walker, operado por el Dr. Diego Narváez, para medir temperatura, salinidad y oxígeno de forma autónoma. También se empleó el Cytobot para identificar fitoplancton y medir clorofila, bajo la dirección del Dr. Marcelo Gutiérrez.
Además, Sofía Álvarez, analista acústica de COPAS, lideró tareas logísticas y de marcaje satelital de ballenas, permitiendo un seguimiento detallado de sus movimientos.
¿Qué viene ahora?
Los análisis completos tomarán tiempo, pero parte de los resultados preliminares serán presentados en el próximo Congreso de Ciencias del Mar, que se realizará a fines de mayo. El estudio forma parte del Laboratorio Natural del Archipiélago Humboldt, uno de los ecosistemas marinos más valiosos de Chile.
“Este trabajo surgió de una reunión plenaria de COPAS, donde vimos la necesidad de integrar disciplinas que antes estudiaban la zona por separado”, destacaron desde el equipo.
Una segunda campaña en noviembre
La investigación continuará con una segunda campaña prevista para noviembre de este año. Así, la ciencia chilena sigue avanzando en la comprensión de los vínculos ecológicos entre cetáceos, krill y el océano profundo, reforzando la urgencia de proteger estos frágiles ecosistemas.