Si eres asiduo a las siestas, te preguntarás cuánto debe durar para que sea efectiva y que no perjudique la calidad del sueño nocturno.
“Una siesta corta puede consolidar información que aprendimos en la mañana, mejorar nuestra capacidad de resolver problemas y reducir los niveles de estrés. No se trata de dormir mucho, sino de hacerlo bien y en el momento justo”, explica Jacobo Reyna, director de operaciones en América de Colchones Emma, empresa de tecnología experta en sueño.
Diversos estudios respaldan las siestas, en especial aquellas que duran menos de 30 minutos.
"Los beneficios de las siestas breves (5-15 minutos) son casi inmediatos después de la siesta y duran un período limitado (1-3 horas). Las siestas más largas (>30 minutos) pueden producir deterioro por inercia del sueño durante un corto período después de despertar, pero luego producen una mejora del rendimiento cognitivo durante un período más largo (hasta varias horas)", detalla el estudio "Los efectos de la siesta en el funcionamiento cognitivo".
Mitos y verdades sobre la siesta
Mito 1: La siesta es solo para personas mayores.
Falso: La evidencia muestra que estudiantes, trabajadores y adultos de todas las edades pueden beneficiarse de una siesta estratégica.
Mito 2: Dormir en la tarde interfiere con el sueño nocturno.
Depende. Las siestas de más de 30 minutos pueden alterar el sueño nocturno. En cambio, una siesta de 15-20 minutos potencia el descanso sin afectar el ciclo circadiano.
Mito 3: Si me despierto atontado, la siesta no sirve.
Dormir más de lo necesario puede causar inercia del sueño. Por eso, se recomienda usar alarma y mantener la siesta entre 10 y 20 minutos para que sea reparadora y que así no provoque pesadez. Durante la siesta, el cerebro entra en fases ligeras de sueño que favorecen la consolidación de recuerdos. Se ha demostrado que quienes duermen una breve siesta después de estudiar o de una jornada laboral intensa, retienen más información y rinden mejor en tareas cognitivas.