Una investigación pionera de la Universidad de Chile demostró que los pollos de engorde pueden reducir su miedo a los humanos y mostrar comportamientos más positivos al observar cómo uno de su misma especie recibe un trato amable por parte de una persona.
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El estudio, publicado en la revista científica Poultry Science, fue liderado por investigadoras e investigadores de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la U. de Chile, junto a expertos de la Universidad Austral y la Universidad de Bristol. Su conclusión: el aprendizaje social observacional tiene el potencial de mejorar significativamente el bienestar animal en sistemas de producción intensiva.
“Las aves también tienen esta capacidad cognitiva de aprendizaje social. Pueden aprender observando cómo otro animal es tratado de forma gentil por un humano”, explicó Daniela Luna, académica del Departamento de Ciencia Animal de la U. de Chile.
¿Cómo se realizó el estudio?
Los investigadores expusieron a pollos de engorde (broiler) a tres escenarios distintos:
- Manejo gentil: un pollito recibía interacciones positivas diarias durante 15 días, mientras los demás lo observaban a través de una malla.
- Presencia humana neutral: los pollos observaban a una persona sin interacción directa.
- Grupo control: sin contacto humano adicional.
El resultado fue claro: los pollos que observaron el manejo positivo mostraron menos miedo y mayor afinidad hacia los humanos, en comparación con los otros grupos.
“El bienestar se traduce en mejores parámetros de salud y productividad. Además, favorece estados afectivos positivos”, destacó Luna.
Un cambio para sistemas más sostenibles
Este tipo de hallazgos podría impulsar sistemas de producción más éticos, responsables y sostenibles, especialmente en un contexto de creciente demanda social por bienestar animal y por una menor dependencia de antibióticos en la industria alimentaria.
“Los animales, incluidos los pollos, son seres sintientes. Tienen conciencia, pueden experimentar miedo, dolor, estrés… pero también afectos positivos”, explicó la investigadora.
Desde la Universidad de Chile, Sergio Guzmán, académico y especialista en producción animal, agregó:
“En Chile no somos grandes productores en volumen, pero sí lo que se produce tiene un sello de calidad. Exportamos buena parte de lo que generamos, y eso refleja que se está haciendo bien”.
Un modelo aplicable a gran escala
El estudio apunta a ser una herramienta concreta para mejorar la vida de millones de aves. En sistemas de producción intensiva, donde la interacción directa entre humanos y animales es limitada, este enfoque permite generar representaciones mentales positivas del humano, sin intervención costosa ni cambios estructurales complejos.
Los investigadores sugieren que aplicar este tipo de aprendizaje social observacional puede ser clave para un cambio cultural en la industria, y abre la puerta a nuevas prácticas que combinen productividad con ética y ciencia del comportamiento animal.