Los terremotos de magnitud 7,8 y 7,6 que sacudieron el sureste de Turquía en febrero de 2023 no sólo dejaron miles de víctimas y destrucción en la región. Según un estudio publicado en la revista Science, también provocaron actividad en 56 volcanes de lodo y el deslizamiento de siete fallas en la cuenca del río Kura, en Azerbaiyán, a más de 1.000 kilómetros del epicentro.
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Los investigadores utilizaron imágenes satelitales del sistema Sentinel-1, junto con datos geodésicos y sismológicos locales, para identificar la deformación del terreno tras el paso de las ondas sísmicas. Aunque este fenómeno secundario no generó terremotos propios, el movimiento fue equivalente a un sismo de magnitud 6,1.
Volcanes de lodo: un despertar silencioso
La región del mar Caspio alberga unos 400 volcanes de lodo inactivos o dormidos. El 6 de febrero de 2023, apenas seis minutos después del primer terremoto, más de 50 de ellos se activaron. Sus erupciones, aunque distintas a las de lava, expelen gases, hidrocarburos y sedimentos fluidos que pueden alcanzar áreas de hasta 5 km².
Los científicos señalan que este tipo de actividad está relacionada con la presencia de fluidos subterráneos. Las ondas sísmicas habrían aumentado la presión de poro en profundidad, reduciendo la fricción en las fallas y desencadenando los deslizamientos.
Una reacción en cadena poco común
Nunca antes se había documentado que un terremoto provocara efectos tan lejanos. La simultaneidad entre la actividad de los volcanes de lodo y los movimientos lentos y silenciosos de las fallas refuerza la hipótesis de que los fluidos de la corteza terrestre juegan un papel clave en estas interacciones.
“Postulamos que las ondas sísmicas provocaron un cambio en la presión de poro, lo que a su vez desencadenó deslizamientos sísmicos a lo largo de varias fallas corticales”, explican los autores del estudio, liderado por Zaur Bayramov, de la Universidad de Estrasburgo.
Este hallazgo no sólo amplía el conocimiento sobre los efectos secundarios de los grandes terremotos, sino que también aporta pistas sobre la dinámica de los sistemas tectónicos y volcánicos a escala regional.