Los vuelos espaciales no sólo representan un desafío tecnológico, también ponen a prueba el cuerpo humano. Un nuevo estudio publicado en la revista Cell Stem Cell confirmó que el espacio acelera el desgaste molecular de las células madre y progenitoras hematopoyéticas humanas, esenciales para mantener la salud de la sangre y del sistema inmunológico.
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Los investigadores observaron que estas células perdieron parte de su capacidad para generar nuevas células sanas, se volvieron más vulnerables al daño en el ADN y presentaron un acortamiento de los telómeros, un claro signo de envejecimiento acelerado.
El espacio, la prueba de estrés definitiva
La investigación, liderada por Catriona Jamieson, directora del Instituto Sanford de Células Madre de la Universidad de California en San Diego, analizó células expuestas durante cuatro misiones de reabastecimiento de SpaceX a la Estación Espacial Internacional.
Con la ayuda de inteligencia artificial (IA) y nanobiorreactores en 3D, el equipo pudo monitorear cómo las células reaccionaban tras entre 32 y 45 días de exposición en el espacio.
“El espacio es la prueba de estrés definitiva para el cuerpo humano”, señaló Jamieson. “Estos hallazgos son de vital importancia, porque confirman que la microgravedad y la radiación cósmica aceleran el envejecimiento celular. Comprender estos cambios nos ayuda a proteger a los astronautas y a modelar el envejecimiento humano en la Tierra”.
Daño reversible y lecciones para la salud
El análisis mostró que las células expuestas al espacio sufrían estrés mitocondrial, inflamación y activación de secciones latentes del genoma. Estos procesos podrían afectar la función inmunitaria y aumentar el riesgo de enfermedades como el cáncer.
Sin embargo, el estudio reveló un dato alentador: al colocar las células en un entorno joven y saludable, parte del daño comenzó a revertirse, lo que abre la puerta a estrategias de rejuvenecimiento celular.
Antecedentes en la NASA
Los resultados coinciden con el Estudio de Gemelos de la NASA (2015-2016), en el que se comparó al astronauta Scott Kelly, quien pasó 340 días en órbita, con su hermano Mark, que permaneció en la Tierra. La investigación mostró cambios en la expresión génica, en el microbioma intestinal y en la longitud de los telómeros, muchos de los cuales se revirtieron tras su regreso.
Un desafío para la nueva era espacial
Los hallazgos refuerzan la necesidad de entender cómo el espacio afecta al organismo humano, especialmente ahora que el auge de los viajes espaciales comerciales y las investigaciones en órbita baja abren una nueva etapa en la exploración.