El presidente Donald Trump anunció que su administración planea desmantelar el National Center for Atmospheric Research (NCAR), considerado uno de los centros de investigación climática y meteorológica más importantes del mundo. La decisión ha generado una fuerte alarma en la comunidad científica internacional, que advierte impactos directos en la precisión de los pronósticos del tiempo y del clima.
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El anuncio fue realizado por Russ Vought, director de la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca, quien calificó al NCAR, ubicado en Boulder, Colorado, como “una de las mayores fuentes de alarmismo climático del país”. Según explicó, el centro será sometido a una “revisión integral” y sus funciones serían trasladadas a otras entidades.

Un pilar de la ciencia climática global
Fundado hace más de 60 años, el National Center for Atmospheric Research fue creado para apoyar la investigación colaborativa entre universidades en materias de clima, agua y meteorología. El centro emplea a unas 830 personas y es reconocido mundialmente por el desarrollo de herramientas fundamentales para la predicción climática.
Antonio Busalacchi, presidente de la University Corporation for Atmospheric Research, consorcio que agrupa a 129 universidades estadounidenses y administra el NCAR, aseguró a NPR que no recibió ningún aviso previo. “Esta es una decisión completamente política”, afirmó, subrayando que clima y meteorología no pueden estudiarse por separado.
Modelos clave para la predicción del clima extremo
Entre los principales aportes del NCAR se encuentran el Weather Research and Forecasting Model (WRF), utilizado en todo el mundo para prever tormentas, huracanes y sistemas frontales, y el Community Earth System Model (CESM), clave para estudiar fenómenos climáticos de largo plazo.
“El NCAR es el corazón de la ciencia atmosférica”, señaló el meteorólogo Jason Furtado, de la Universidad de Oklahoma. “Gran parte de nuestra investigación simplemente no sería posible sin este centro”.
Riesgos para la seguridad aérea y la vida humana
Desde la década de 1960, el NCAR ha desarrollado tecnologías críticas como las dropsondas, instrumentos que permiten medir condiciones atmosféricas desde aeronaves, fundamentales para el monitoreo de huracanes. También ha sido clave en la detección de cizalladura del viento en aeropuertos, contribuyendo a décadas sin accidentes fatales asociados a este fenómeno.
“Estamos hablando de investigación que ha salvado vidas”, advirtió Busalacchi. “Cerrar el NCAR significa poner en riesgo ese conocimiento”.

Tensiones políticas y recortes científicos
La decisión se suma a una serie de medidas de la administración Trump contra la investigación climática, incluyendo recortes presupuestarios a la NOAA, la eliminación de su oficina de investigación climática y el despido de científicos que trabajaban en el principal informe climático del país.
Un impacto silencioso, pero profundo
Los expertos coinciden en que el cierre del NCAR no provocaría efectos inmediatos, pero erosionaría progresivamente la capacidad global para anticipar eventos extremos, desde olas de frío hasta huracanes e inundaciones.
“Tener pronósticos menos precisos significa poner en riesgo vidas y propiedades”, concluyó Furtado. “Ignorar la ciencia no nos protege del mundo que viene”.