El análisis se basó en datos de 343 adolescentes del Tokyo Teenager Cohort Study, de los cuales 96 eran dueños de perros. Según el equipo liderado por el profesor Takefumi Kikusui, los jóvenes que convivían con perros a los 13 años presentaban, al cumplir 14, menores índices de retraimiento social, agresividad, problemas del pensamiento y comportamientos delictivos, en comparación con quienes no tenían mascotas.
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Los autores plantean que esto podría deberse tanto a menores niveles de estrés como a la liberación de oxitocina, hormona asociada al vínculo y al bienestar. Pero el estudio también apunta a una posible influencia biológica inesperada: los microbios.

El papel del microbioma en el bienestar emocional
Para explorar esta hipótesis, los investigadores analizaron las bacterias presentes en la saliva de los adolescentes y descubrieron diferencias claras:
- Los no dueños de perros tenían una menor abundancia de 12 tipos de bacterias, entre ellas Streptococcus y Prevotella.
- Al transferir estos microbios a ratones libres de bacterias, los animales que recibieron muestras de adolescentes con perros mostraron mayor sociabilidad y conductas similares a la empatía.

Aunque todavía no se sabe si estos cambios provienen directamente de los perros o del menor estrés que experimentan sus dueños, los hallazgos aportan nueva evidencia sobre cómo las mascotas influyen en la salud emocional.
No todos necesitan un perro para mejorar su salud mental
Los investigadores coinciden en que los beneficios no significan que todas las familias deban adoptar una mascota. Mantener un microbioma diverso también puede lograrse mediante otros hábitos saludables. Además, advierten que perros con problemas conductuales pueden generar altos niveles de estrés en sus dueños.